martes, agosto 29, 2006

Chicken Tikka


En todo el recorrido del viaje por la India, ya os he comentado que el plato que más me ha gustado y he degustado en todas sus variedades ha sido el Chicken Tikka. Quiero dedicar esta receta a Lurka, que aunque no he probado “sus cocinitas”, estoy segura que es un genio en los fogones.

Ingredientes

Pollo troceado sin piel y troceado del muslo o de la pechuha
2 cucharadas soperas de curry
4 cebollas cortadas
1 pulgada (2,54 cms.) de jengibre cortado
2 cucharadas soperas de salsa de tomate
2 cucharadas soperas de zumo de limón
2 cucharaditas de café de cilantro
2 cucharaditas de café de comino
½ cucharadita de café de páprika
2 yogurs naturales

1.- Mezclar todos los ingredientes excepto el pollo en un bol y guardar en la nevera para toda la noche.
2.- Añadir el pollo cortado en dados para marinarlo, taparlo y ponerlo en la nevera unas 4 horas.
3.- Precalentar el horno a temperatura máxima.
4.- Añadir tres cucharadas de mantequilla (si se prefiere) los últimos 5 minutos de la cocción.

Se puede presentar colocando en pichitos los trocitos de pollo o simplemente en un plato, como en la foto, acompañados de arroz y pan (a ser posible la típica ciapata hindú).
Hay quien lo toma con salsa Masala una mezcla de especias muy utilizada en la gastronomía india, a base de canela, clavo, nuez moscada, pimienta negra y semillas verdes o negras, por supuesto esta opción será mucha más picante!

sábado, agosto 26, 2006

El Ganges


... Estamos en el aeropuerto de Delhi con una cola de seguridad espanatosa! Como me gustaría teletransportarme en este momento a mi casita cerrando y abriendo los ojos.
Si puedo, después de la cola escribiré, os hago un adelanto con las fotos de hoy.
Hasta luego.

Parece ser que ahora tienen que pasar primero por el control de seguridad los que vuelan con Continental Airlines, así es que tengo otro ratito…

A las 5,15h. de la mañana nos has venido a buscar nuestro guía. Nos ha preguntado si llevábamos paraguas, estaba lloviendo bastante. Nos hemos mojado, pues no hemos sido tan previsibles con la maleta como para coger un paraguas.
El cielo estaba oscuro, las calles desiertas y encharcadas. Hemos ido a un ghat (lugar a la orilla del Ganges donde hay una escalinata para poder acceder al río), en total hay 86.
Allí hemos subido a una barca de madera junto con otros turistas para ir bordeando los diferentes ghats. La aventura ha sido increíble, ver la gente bañándose, rezando, dando bendiciones, llenando sus botellas de agua bendita para bebérsela!!!!!! mientras los dos remeros sufrían lo indecible para luchar contra la corriente muy fuerte debido al gran caudal del río ya que aquí sí, ha llovido mucho. Cada ghat esta catalogado de diferente manera, hay uno específico para mujeres, otro para japoneses sionistas, pero bueno, todos tomaban su baño en la misma agua contaminada para nosotros y pura para los hinduístas, llena de restos de flores, velas y muchas cenizas flotando.
El paisaje es una mezcla contrastes, colores, olores, templos, casas en ruinas, animales, monos, vacas, gentes… bonito para mi, muy estremecedor, la gente aquí es feliz.


Hemos pasado por delante de otro crematorio, esta vez como estábamos en la barca si que he podido hacer una foto. Si os fijáis, es la que se ven los trocos de madera al fondo. Allí, hemos parado para dar un paseo por el “casco antiguo” de Vanarasi. Calles estrechas, muy sucias, un olor muy intenso no os digo a qué... gente muy pobre, pequeños templos, mezquitas y vacas que entorpecían el paso de la gente. Hemos podido subir a una casa privada (con trampa ya que en su interior había una tienda) para poder ver la cúpula de oro del templo más importante de la India. No hemos podido entrar dentro ya que solo pueden entrar los hinduistas. Vanarasi me ha encantado, ha sido un estado de “choc” brutal pero ha sido una experiencia irrepetible. Ver sus gentes como viven entregadas a sus dioses, a sus creencias, ver sus gentes como viven en la miseria, pero sobretodo felices.
La vuelta a Delhi ha sido entretenida, en el avión hemos conocido a “todo un personaje”. Se trata de un guía que habla un español perfecto. Nos ha explicado todas sus experiencias, hizo de guía al príncipe Felipe y a Eva Sannum cuando estuvieron aquí, nos ha contado algunos secretos jajaja que no puedo publicar… hace poco estuvo con la novia de Fernando Alonso (Raquel del Sueño de Morfeo), en fin nos hemos echado unas cuantas risas, entretanto se estaba intentando ligar a la azafata del vuelo, Saha.
En Delhi hemos intentando “matar” el tiempo ya que habíamos visitado todo lo posible y los museos por la hora que era ya estaban cerrados. Hemos hecho caso a Adri y hemos ido a gastar las últimas rupias al Jampah Market, por cierto muy barato!
Hemos hecho la última cena hindú con Chickenn Tikka (elmás bueno que hemos tomado), pan típico (mmm, caliente fino y crujiente) y una novedad, Pandedee Tikka (ques oa la brasa y algo picante).
Ahora como ya os he adelantado estamos en el aeropuerto esperando que llegue la hora del embarque, 00.05h.
Después de reposar todas estas vivencias espero contaros mi “conclusión” a todo este viaje tan increíble que recomiendo sin duda, pero ahora …tengo ganas de volver a casa a ver a mis pequeñines, los he encontrado a faltar muchísimo!!

viernes, agosto 25, 2006

Vanarasi



Hoy ha sido uno de los días que más extraña me he sentido desde que estamos aquí. Quiero explicaros el porqué, pero primero explicaré el trayecto hasta llegar a Vanarasi (o Benarés). Hemos ido hasta el aeropuerto doméstico de Delhi, nos ha acompañado Trashj, nuestro driver, del cual nos hemos despedido después de tantos kilómetros con él. El aspecto del aeropuerto es decadente (seguramente como los de españa en la época de Franco) pero muy seguro, si no me equivoco me han cacheado 4 veces hasta subir al avión! El vuelo ha sido como “un puente aéreo BCN-MAD, por el tipo de avión, la cantidad de gente y la duración. El aterrizaje ha sido un poco “turbulento”, había muchas nubes que atravesar, como era de esperar me he mareado, menos mal que no había desayunado demasiado.
Esta vez nos ha venido a recoger Shanjag, se ríe mucho y como Mozart. El primero de los motivos por los cuales hoy me he sentido un tanto extraña es porque circulando por la ciudad, por un momento me he dado cuenta de que me había acostumbrado a su paisaje. El hecho de ver mendigos, niños pobres, gente tirando de sus carruajes, vacas circulando al mismo ritmo que los vehículos, que las personas… pues me ha parecido un escenario habitual, que no es lo mismo que indiferente. Seguro que la sensación que voy a tener cuando me encuentre de nuevo ante mi querido Paseo de Gracia no será la misma, será entonces cuando el contraste sea brutal.
Hemos visitado el que representa ser el templo más importante para los hindús. En su interior hay un mapa de mármol gigante de la india y un óleo de la Diosa del poder, la que se encuentra en la foto junto al león. Me ha dejado muy decepcionada pues no tiene mucho encanto. Luego hemos ido a la importantísima universidad de Vanarasi. Ahí se puede estudiar de todo, medicina, agricultura, física, letras, historia… es una especie de campus gigante donde también se encuentran varias residencias separadas, claro para los chicos y las chicas. Shanjag nos ha contado que viene gente de fuera a estudiar y que para ello hay que superar un duro examen.
Luego nos hemos dirigido otro templo hinduista, en una de las fotos veréis que hay unas “casillas” donde se depositan los zapatos antes de entrar.
Me ha sorprendido que en esta ciudad la gente es más mística, hay un montón de tenderetes con obsequios (dulces, flores, coco, leche…) para hacer ofrendas a los dioses y sobretodo, lo que vamos a ver mañana al Ganges.


Ha sido entonces cuando Shanjag nos ha preguntado si queríamos ir a ver el crematorio municipal de la ciudad… pues no nos lo hemos pensado, la respuesta ha sido afirmativa.
Es una imagen habitual en esta ciudad encontrar dos personas transportando en una especie de camilla a un muerto cubierto por una sábana naranja (como dicen ellos color azufre), pues desde el coche he fotografiado uno de ellos, es de falta de respeto hacerlo por la calle… la foto no es muy buena pero quería que lo vierais.
La entrada al crematorio, todo al aire libre, ha sido muy dura, pero más aun cuando nos hemos plantado, como si nada, delante del río, delante un muerto extendido en la camilla, sin sábana el cual le estaban preparando el ritual previo a la incineración. Al lado, muy cerca, había un niño desnudo bañándose y bebiendo agua (contaminada), pero para ellos sagrada, toda una bendición. El olor era intenso, el los alrededores muy sucios, solo apto para hombres (menos turistas, ya que yo no he tenido ningún problema). El hijo mayor del muerto, parecía estar dirigiendo en proceso, su cuerpo solo lo cubría una sábana blanca.
No había nadie llorando, supongo que las mujeres de la familia ausentes en la ceremonia se encontrarían en sus casas intentando ser consoladas por algo, por alguien, quizás dando gracias a más de un Dios por la bendición de poder ser incinerado a la orilla del Ganges. Ufff! Espero haber explicado bien, esto me ha dejado el corazón encogido en un puño que todavía no puedo abrir.
Para compensar la visita, hemos ido a una cooperativa donde tejen la seda y hacen los típicos Saris que visten las mujeres, de paso, hemos comprado uno muy bonito que espero usar pero no como una hindú. Creo que le voy a dar una utilidad decorativa, haré unas cortinas, fundas de cojín…
Bueno, mañana a las 5 de la mañana vamos a ir a ver la salida del sol al río, a ver las ofrendas, sobretodo de las mujeres y, supongo a seguir reflexionando.
Al mediodía, volveremos a Delhi, para ya finalizar este increíble viaje, pero… no os vais a librar de mi, jajaja. Como vamos a estar muchas horas en el aeropuerto antes de la salida de nuestro vuelo a nuestra querida Barcelona, espero encontrar de nuevo una conexión Wi-Fi para poder contar la última experiencia en este país.

jueves, agosto 24, 2006

Taj Mahal y fuerte de Agra


Hoy hemos madrugado, a las 6 de la mañana cuando apenas despuntaba el sol, nos estaba esperando “Solecito” para tomar rumbo al tan esperado Taj Mahal. Esta séptima maravilla del mundo es un monumento dedicado al amor del emperador Sahan Jahan a su mujer la emperatriz Mahal que murió al dar a luz su décimocuarto hijo.
El emperador encargó su construcción a un arquitecto pakistaní. Tenía que ser un monumento para que todo el mundo recordara a su mujer, que desprendiera el amor que sentía hacia ella. Para que la inspiración del arquitecto fuera total, el emperador mató a la mujer del pakistaní, así, de esta manera podía sentir el mismo dolor que el emperador… bonita motivación, no?
Para llegar hasta allí, hemos tenido que coger un autobús eléctrico que pone a disposición del turista el gobierno, así se evita la posible contaminación de los vehículos a motor.
La entrada, nada barata en comparación al resto de visitas que hemos hecho, cuesta 15€. “Solecito” dice que, además de “aprovecharse” del turismo, Agra vive del Taj Mahal, se invierte mucho dinero en su restauración y conservación.
El momento donde se empezaba a ver detrás de una muralla su cúpula ha sido emocionante, a aquella hora ya había salido el sol, pero la luz era aun un poco tenue. Cuando ya nos hemos encontrado ante él, ha sido de piel de gallina. Se trata de una obra majestuosa, impresionante, que invita a reflexionar, de nuevo, uno no se queda indiferente.
Todo el monumento es de mármol blanco, y está lleno de piedras preciosas y semipreciosas incrustadas, cuando digo todo, es todo, una verdadera joya. Rubí, jade, ágata, coral, ónice y lapislázuli, con el reflejo del sol brilla la cornalina como si de un brillante bañado en oro se tratara.
El día anterior, se había celebrado un evento-ofrenda, estaba aun lleno de pétalos de flores de colores y restos de guirnaldas.



A la salida esperaba encontrar un montón de comerciantes abucheando para que compráramos los gadgets del lugar, pero no sé si es que era demasiado temprano, que apenas había.
De ahí, hemos ido a desayunar, el estómago (que por cierto tengo delicado, gracias Fortasec, ejem…) ya se estaba quejando.
De nuevo a las 10, “Solecito” nos ha venido a recoger para llevarnos al fuerte de Agra. En este caso se trata de una demostración de poder, está lleno de palacios, pequeños templos, mezquitas, jardines, etc… la verdad, ni mejor ni peor que los que ya hemos visto, aunque en este caso, sus jardines recuerdan un poco a la Alhambra de Granada.
Llegó la hora de volver hacia Delhi, donde nos encontramos ahora. Mañana por la mañana cogeremos un vuelo interno hacia Vanarasi (donde se encuentra el Ganges). Según lo que nos han dicho, un lugar muy conmovedor, la aspiración de todos los hindús es morir a la orilla del Ganges, los incineran para arrojar sus cenizas al río.

miércoles, agosto 23, 2006

Llegada a Agra


Ya estamos en Agra, largo (6 horas) y duro trayecto de carretera hasta llegar aquí! Pues hoy ha llovido a cántaros y yo me alegro muchísimo… aquí estamos en la época del monzón y toda la población del Rajasthan está muy preocupada porqué apenas ha llovido y no va a llegar el agua para todo el resto del año. Como dice, “solecito”, nuestro nuevo guía para esta ciudad, somos una bendición, pues con nosotros ha venido la lluvia. La carretera que va desde Jaïpur a Agra es un camino de “cabras”, bueno no de “vacas”. Es de una sola dirección, pues os imagináis, coches, camiones, motos, bicis, camellos, burros y vacas circulando al son del claxon, el que corre más y más valiente será el primero que pasará, los otros se irán aparatando, toda una odisea.
Las aldeas que se veían a los dos lados de la carretera estaban encharcadísimos, las vacas, sin inmutarse, seguían sentadas mientras el agua cubría sus patas y los niños muy contentos ante la lluvia, se bañaban desnudos para celebrar el milagro y, de paso, darse un baño con agua, probablemente más limpia de la que usan habitualmente.
Hemos parado en un pueblecito a 1 hora de Agra que se llama Fatehpur Sikiri (ciudad de la Victoria), en el valle del Ganges. Aquí hemos visitado varias cosas, el recinto y la puerta de Agra, el Buland Darwaza (Puerta Sublime), la Jama Masjid (Gran Mezquita) y la tumba de Sheik Salim Chisthi (el Santo que consiguió que el Maharajá de la época tuviera un heredero). Ante la tumba, nos han dado dos hilos para que anudáramos en uno de los agujeros del laberinto de mármol, hemos hecho una ofrenda y hemos pedido un deseo el cual si se cumple, tendremos que volver a desatar.


Cuando estábamos en la plaza principal del templo llovía tanto que hemos tenido que resguardarnos un rato hasta que apaciguara la tromba de agua.
En la mezquita, había un montón de mendigos durmiendo por todas las esquinas, y niños, muchos niños. Nos hemos llevado del último hotel unas manzanas, jabón, peines y bolígrafos que hemos repartido en la medida que hemos podido, ha sido una avalancha, a Marcos hasta le han arañado el brazo al estirarle lo que tenía.
“Solecito”, así es como nos ha dicho que le podíamos llamar, pues su nombre en hindú significa “al sol”, no se encontraba demasiado bien, se había tomado una medicina para su dolor y no estaba muy parlanchín en el trayecto que quedaba hasta la ciudad, bueno es más, se ha dormido!
La primera impresión de Agra ha sido “aparentemente” una ciudad más moderna que Jaïpur (al menos por los edificios y que hemos visto un Pizza Hut), pero Solecito nos ha dicho que no. Creo, por lo que he visto que es una ciudad más caótica, más sucia y que vive por los 3 millones de turistas que pasan por aquí cada año para visitar el Taj Mahal.
Mañana a las 6 de la mañana iremos a visitarlo, dicen que es mejor y más bonito madrugar ya que si no hay mucha gente, además la salida del sol es preciosa en este templo.

martes, agosto 22, 2006

Jaïpur, segundo día


Hoy ha sido de nuevo un día lleno de vivencias, el último que vamos a pasar en esta ciudad con aspecto de pueblo, muy extensa, con edificios medio en ruinas y muy bajos. Todo Jaïpur se encuentra rodeado de una muralla rosa y una colina verde (Naharjar), en la que se puede encontrar todo tipo de animales salvajes que, de vez en cuando visitan la ciudad.
El Palacio de los Vientos ha sido nuestra visita “express”, como dice Mershj es como un fantasma, dentro no hay nada solo se trata de una fachada trabajada minuciosamente en color, como no, rosa terracota.
A 10 km. de la Jaïpur, se alza el Palacio de Amber, una fortaleza encaramada a un acantilado y rodeada por la larga muralla que bordea la colina, por cierto, y donde se habla más castellano que hindú. La ascensión de los últimos 2 km. la hemos hechos subidos a un descolmillado elefante, rodeado de moscas y dirigido por un hindú con turbante muy negro de tez… me he sentido Ms Romy acompañada de Willy Fog!!
El Palacio se encuentra con continuas reformas, he querido hacer un homenaje a mi “papi” para que vea que, aquí los andamios son de bambú atados con cuerdas de cáñamo. Cuando veas las fotos verás que son dignas de un estudio de prevención de riesgos.
Está lleno de gente pobre trabajando, mujeres llevando en sus cabezas la arena para hacer el cemento, burros empujados por jóvenes que transportan las piedras, mujeres barriendo con escobas de paja, niños que observan a sus padres mientras trabajan y piden limosna… y muchos, muchos, muchos comerciantes de gadgets turísticos regateando sin parar.


De nuevo Mershj nos ha “invitado” al “Museo de Antigüedades”, que curioso que todas las piezas expuestas tienen una etiqueta colgando, esta vez no le ha funcionado la trampa, pues habían cosas muy bonitas trabajadas en madera, acero y mármol pero no hemos comprado nada.
Luego hemos hecho parada en el Palacio de las Aguas, era donde vivían los invitados cazadores del Maharajá. Ahí, nos esperaban un grupo de cuatro niños, uno nos ha hecho un truco de magia, el otro nos ha tocado un instrumento desafinado típico del lugar y los otros dos eran “sus acompañantes”… a estos si les hemos dado una propina y nuestra botella de agua, aunque no aconsejan darles dinero ya que luego se pelean entre ellos.
Muy cerca, Mershj nos ha llevado a ver como se fabrican los tejidos, estampados y las alfombras… curiosamente, detrás se encontraba la tienda donde poder adquirir todos estos artículos. Aquí si que hemos comprado o nos han vendido algunas cositas, pues no os voy a decir de que se trata ya que la mayoría son regalitos, jajajajaja.
Cuando hemos entrado de nuevo en la ciudad, hemos parado en una de las tiendas donde vendían zapatos aquí los precios son muy diferentes, y los comerciantes gente más honrada.
A la llegada al hotel, nos hemos hecho un masaje. Marcos está traumatizado, pues es la primera vez que se queda en “pelota picada” (si, si, sin gallumbos ni toalla) y un hombre le magrea el culo llegándole a rozar un “egg”. En mi caso también me he quedado en “pelotillas”, pero una mujer que no levantaba del suelo más de 1m. y medio, ha sido muy delicada en su trabajo.
Mañana, early morning, empezaremos el camino hacía Agra donde se encuentra el Taj Mahal, 6 horas de viaje, que esperamos sean igual o más amenas que las ya vividas.

lunes, agosto 21, 2006

Jaïpur, la ciudad rosa


Jaïpur, capital del Rajasthan, muy ruidosa, caótica y de un tráfico insufrible, nos ha seguido sorprendiendo. El trayecto hasta esta ciudad de 2,5 millones de habitantes, por la “highway” ha sido muy entretenido, no se ha hecho nada pesado, al contrario, muy ameno… mi cabeza tenía 100 ojos para no perder detalle: vacas cruzando por la carretera, motos con 4 personas montadas, autobuses a rebosar hasta el techo, camiones condecorados con guirnaldas, pinturas, hasta tenían lentejuelas, a derecha e izquierda de la vía encontrabas mujeres cargando en su cabeza un fardo lleno de cultivo, niños mendigando, hombres tirando de un carro con elefantes, camellos o burros, un paisaje muy bucólico!
Una vez hemos llegado al hotel, un palacio llamado Rambagh nos han recibido con el típico ritual indio, una mancha en la frente de hena y un collar de flores amarillas que desprendían un intenso olor.
Después de tomar un tentempié, hemos conocido a nuestro nuevo guía, esta vez su habla era excelente, con acento sud-americano, un hombre llamado Mershj casado con tres hijos (y en busca del cuarto preferiblemente hija aunque sabe lo que le va a costar su dote) procedente de la casta de los guerreros… y con más cuento que calleja!
Primero al observatorio (Jantar Mantar), para nosotros los occidentales, a priori, no demasiado interesante, pero teniendo en cuenta que los indios tienen una fe absoluta en la astrología y la astronomía, hasta el punto que una pareja de prometidos deben coincidir en 17 sobre 30 parámetros de sus cartas astrales para poder casarse. Pues imaginad lo importante que es para ellos.
Mershj es un gran entendido en los “Maharaja”, nos ha contado mil y una anécdotas. Actualmente la hija del actual Sawi está liada con el cocinero y todo el pueblo lo sabe!
Hemos visitado el “city palace” donde se encuentra el museo textil, el museo de armas y una galería de arte… para mi lo más sorprendente ha sido ver lo aburrido que estaba el “Maharajá Janugh” recortando papeles haciendo papiroflexia, en un trozo de un tamaño de un palmo habían 100.000 agujeros con flores, animales, un verdadero tapiz de papel.
Para acabar la jornada, el previsible timo de la estampita, Mershj muy hábil en su trabajo nos ha llevado a ver como se trabajaban las piedras preciosas, y de paso su cuñado-amigo-primo nos ha acompañado a vendernos la moto. Voluntariamente, hemos comprado dos collares de plata muy bonitos con típico diseño hindú.
A la salida de la denominada “joyería”, hemos tenido una conversación con Mershj sobre su artimaña, de lo que se ha reído pero ya va avisado para mañana.
Me arrepiento de no haber cargado la maleta de bolis, lápices, libretas, camisetas y chocolates para dar a los niños, nos piden en todas las esquinas y se te encoje el corazón al no poder ayudarles.

Diario de India



Delhi y Neemrana

Estoy impresionada, impactada, un tanto extraña, este país no deja indiferente. La llegada Delhi fue puntual, el primer contacto fue con Mr. Thrasj nuestro driver oficial para toda nuestra estancia, le acompaña un curioso gadget de oriente, una muñeca rubia colgada del retrovisor con un corazón que pone “I love you”. Cuando llegamos al Hotel nos recibieron una docena de Indios elegantemente vestidos con casacas largas atadas con cinturones dorados y turbantes blancos, en la recepción tres bellas Indias enfundadas en un Sari, en fin muy majestuoso, digno de un verdadero “lujo asiático”.
Tras un buen desayuno continental, nos recibe Rashma, un joven indio de 25 años que está estudiando español en el Instituto Cervantes.
Primera parada, el Jama Masjid una gran mezquita musulmana situada en el old Delhi, su entorno, un zoco de gran pobreza llena de tenderetes con frutos, especies, libros viejos, ruedas para los carros y… muchos mendigos.
Segunda parada un gran homenaje a Mahatma Gandhi, situado en el Raj Ghat, un mausoleo adornado con flores y velas rodeado de indios rezando.
Muy cerca se encuentra la puerta de Delhi (Delhi Gate) y en la misma avenida el parlamento y la residencia del presidente. Sorprende el hecho de que es musulmán cuando el 80% de la población India es Hinduista y solo un 10% Musulmán, (Rashma dice: “es un buen hombre”).
Esquivando los moto-coche y rickshaw (taxis con pedales) y mucho ruido de claxon, parece que te vayas a estampar en cualquier esquina pero Mr. Trasj domina mucho en el asunto, hemos llegado al templo indú, me han dejado hacer fotos fuera, pero no dentro, una pena porque es preciosa, está llena de Dioses (muñecos muy decorados con guirnaldas de colores) cada uno simulando un animal, elefante, mono, camello, todo con detalles en oro y vacas sagradas.
Rashma estaba hambriento y nos ha llevado al “Splash”, un restaurante típico Indio donde me he tomado una Mirinda, ¿lo recordáis? Y un Chicken Tikka (bueno de sabor pero muy picante).
Nos hemos despedido de Delhi, por el momento, donde te cruzas con los ricos, grandes y pequeños burgueses, con la India del fututo, con la India que saldrá adelante… tal vez, y probablemente hasta siempre de Rashma. Hemos tomado dirección Jaïpur (la ciudad rosa), pero nos hemos hospedado en una espectacular fortaleza, antigua ruina India, se encuentra en Neemrana, que se alza en lo alto de una colina con una vista que contrasta el “chabolismo” y la pobreza con un entorno frondoso, verde muy verde, salvaje y con olor a vacas sagradas, claro.

jueves, agosto 10, 2006

La ansiedad


Una mariposa revoloteando por el hemisferio derecho del cerebro. O una legión de hormigas díscolas avanzando por el hipotálamo. También la sensación de que una prensa empuja las sienes y el cuello, como si unos dedos de acero presionaran las primeras cervicales. No siempre llega así de sutil el primer aviso. Pero, o antes o después, casi todos en algún momento de la vida hemos sufrido un ataque de ansiedad, sentimos una especie de ladrillo aplastando el pecho. Una losa que asfixia. Un no poder olvidarse del aire que entra y que sale por la nariz; los latidos del corazón en estéreo. La cara sin mejillas, el cuerpo sin saber dónde acomodarse, incapaz de hallar una posición natural para lograr que las cosas vuelvan a ser como antes, y que los minutos tengan segundos, que llueva en el Norte, que oscurezca a las nueve.
Esa nostalgia de normalidad acelera los pensamientos atropellados y prolonga la impotencia, como si hubieras montado en una atracción de feria de la que quisieras bajarte a mitad de trayecto, pero no puedes. Lo peor es que, cuando regresas a la normalidad, no soportas la nostalgia de aquel ataque de ansiedad y borras las aristas de su recuerdo porque no quieres conservar sus pasajes ni reproducir mentalmente aquel malestar tan confuso. Tiendes a buscar una causa blanca, como el estrés, por ejemplo. Socialmente está bien visto; de hecho, se ha erigido a su alrededor una industria próspera; nadie, aún, queda estigmatizado por trabajar mucho, ser mujer-madre-profesional con siete cabezas, y eso origina un sentimiento de comprensión. Pero, dejando aparte el estrés, la ansiedad procede de otros campos de cultivo. Allí donde van madurando como espigas unas cuantas preguntas sin respuesta. La mayoría se refieren a la pérdida, la frustración, el fracaso, el desamor, el aburrimiento... y carecen del prestigio social del que goza el estrés, incluso la propia ansiedad, que hoy disfruta de una aceptación parecida a las alergias por el polen.
La ansiedad resulta una suerte de cajón de sastre donde cabe desde el miedo escénico, la timidez frente a un grupo, la mente en blanco en un examen, hasta ese malestar sin origen ni causa objetiva, difícil de identificar. En el otro extremo se halla el impulso para afrontar nuevos retos, movilizar la cabeza y la experiencia y activar el estado de alerta; un grado de ansiedad deseable, que ha sido fundamental para la supervivencia de la especie. O sea, que, como el colesterol, hay una ansiedad mala y una ansiedad buena y, dejando en paz el estrés, la una tiene que ver con las emociones que se encapsulan hasta atragantarse. La otra con las que vuelan, sin complejos, hasta donde nos da la gana.