miércoles, diciembre 27, 2006

El año que viene


A los años no hay que empujarlos. Corren solos, aunque en días confusos, cuando hace frío ahí dentro y el mundo se paraliza, resulte difícil creerlo. Si ojeas las páginas escritas en la agenda de este año que acaba, te vendrá a la cabeza un trozo de pasado que aún está fresco, que todavía no ha sedimentado antes de solaparse en las cortinas de la memoria. Habrá fechas marcadas con fuego, y entre los días pasados se dispersarán risas y sobresaltos, placeres y lunas, también lágrimas y sombras. Los años no se procesan al instante porque su digestión suele tener efectos retardados, pero para que no provoquen úlcera ni ardores es bueno sacarlos al fresco, darles un paseo. Y los ecos que saquemos a pasear nos devolverán las palabras felices, que haremos nuestras. Los pequeños descubrimientos. Hoy en día la honestidad es una palabra muy utilizada, quizá como paradoja de un mundo cambiante, lleno de simulaciones y mentiras, además de la originalidad, persigue la emoción en todo aquello que toca, y sabe viajar por el reino de los sentidos. Detrás de cada pequeña historia personal hay una infinita secuencia de puntos suspensivos... capaces de traernos lo mejor. Feliz 2007.

Estimada tieta


Parlem de tu, però no pas amb pena.
Senzillament parlem de tu, de com
ens vas deixar, del sofriment lentíssim
que va anar marfonent-te, de les teves
coses parlem i també dels teus gustos,
del que estimaves i el que no estimaves,
del que feies i deies i senties;
de tu parlem, però no pas amb pena.
I a poc a poc esdevindràs tan nostra
que no caldrà ni que parlem de tu
per recordar-te; a poc a poc seràs
un gest, un mot, un gust, una mirada
que flueix sense dir-lo ni pensar-lo.

Miquel Martí i Pol

martes, diciembre 19, 2006

Efecto Panayotis



Osojoso
me ha hecho recordar con el PD de su comment "Hace años que un amigo me habló vagamente del efecto Panayotis. Por desgracia, no pudo encontrar el artículo y me quedé con las ganas de leerlo. Desde entonces, he intentado encontrarlo, aunque sin éxito. El único resultado que arrojó Google guiaba a un comentario tuyo en el blog de Mila, es así como, siguiendo el rastro de miguitas, he llegado hasta aquí...", un artículo que Carmen Posadas publicó en el Magazine de La Vanguardia. Pues como me parece interesante, sobre todo para que lo tengas en cuenta tu Mila, he decidido publicarlo, aplicaos el cuento si toca, claro.

Espero fervientemente que esta embarazosa revelación que voy a hacer sobre mi vida sentimental ayude a algún amante desdichado que en este momento se encuentre desolado por un fracaso amoroso. En algunas ocasiones he escrito que es mucha la gente que confunde el amor con el amor propio y que, ante el abandono del ser amado, se desespera, no tanto por haber perdido a esa persona sino por haber fracasado. Sobre este punto, déjenme que les cuente lo que me ocurrió el pasado verano y que me ha ayudado mucho a discernir entre estos dos amores que tanto se parecen y que en realidad son casi contradictorios.
Durante unos días que pasé en Grecia, era sistemáticamente perseguida por un hombre de nombre Panayotis, pequeño de estatura, recio y gañán de aspecto, que según él, había sido fulminado por un rayo de amor irresistible desde el momento en que me vio. Yo me había escapado a esa isla sola (ya saben cuanto me gustan esas escapadas). Precisamente para no ver a nadie y así se lo dije a Panayotis. Pero él insistía, me traía flores, venía a buscarme todas las mañanas como si nada. No era un pesado, de modo que charlábamos un rato, yo le reiteraba mi necesidad de estar sola y luego se marchaba. Todo muy bien.
Pero ocurrió que un día recibí de Madrid una llamada telefónica con una magnífica noticia profesional, y en el momento en que me informaban de que dos grandes editoriales americanas habían hecho importantes ofertas por mis libros (amén de otra noticia aún mejor que me callo por una superstición), aparece en el horizonte mi amigo Panayotis. Recuerden que estaba sola en la isla. Recuerden que a uno cuando le pasa algo realmente bueno necesita compartirlo. Pues bien: en mi entusiasmo y ante la sorpresa de Panayotis, al que no le expliqué la razón de tanta alegría, le planté un beso en la mejilla y le dije: “Esta noche te invito a cenar”. Aquí viene lo insólito de la situación. Este personaje un tanto rústico, al que yo nunca había dado ni bola, se me queda mirando, sonríe en forma de disculpa y ante mi estupor dice: “Bueno… no sé, tengo mucho trabajo, te llamaré luego y te lo confirmo”, y como para suavizar la cosa añade: “Te prometo que haré lo posible”.
La historia acaba así: ahí me tienen, vestida de punta en blanco y esperando a un Panayotis que llamó cinco minutos antes de la cita para plantarme como una lechuga, eso si con muchas palabras bonitas. Desde ese momento me encontré pensando en aquel tipo. Soñaba con Panayotis. Cada moto que pasaba, cada llamada de teléfono creía que era él. Cuando me lo encontraba me temblaba un poco la voz… en suma, un absurdo de tal calibre que tuve que tomarme un gintónic para digerirlo: estaba actuando como una novia abandonada de un tipo que nunca me interesó.
Fueron muchas las cosas que aprendí en Grecia, pero la más importante (ya me ha servido en otras situaciones con componentes – realmente- afectivos) es que el amor propio magullado se parece tanto al amor que a veces es imposible diferenciarlos. Sirva mi tonto “fracaso” veraniego como grotesco ejemplo. Piénselo, quizá se lleve una agradable sorpresa: “Él/ella no merecía la pena y el que llora no es usted sino su ego herido.

martes, diciembre 12, 2006

Que la suerte te acompañe


Un día hice una promesa, fue en el callejón de los gatos y para que veáis que soy una mujer de palabra, aquí tenéis vuestro número del calvo para esta navidad, el de la buena suerte. Como me hubiera gustado obsequiaros a todos con una cesta de productos navideños, una botellita de Cava, una de Vermout, un bote de aceitunas la española, una paletilla de jamón saladísimo, un chorizo de cantimpalo, un fuet espetec, un bote de mermelada de fresa, un bote de cacahuetes azucarados, unos orejones, piñones, unas neulas normales, otras de chocolate, una barra de turrón del Almendro, otra del Lobo y si me daba otra de 1880… y eso no es posible, quiero regalaros una participación a este número.
Las reglas del juego son:
- Todo el que comente este post, se llevará un pedacito de buena suerte.
- El período de la promoción va de ya mismo hasta el 21 de diciembre a las 23 h. y 59 min.
- Las ganancias irán repartidas a partes iguales para todos, claro está que los anónimos quedarán excluidos.
- Por motivos legales, me he visto obligada a tapar la terminación del número pero si toca, confiad en mi, lo repartiremos como buenos hermanos.
- El reparto del premio tendrá lugar dios mediante en la Plaza Cataluña de BCN el 12 de Enero de 2007 (día de cumpleaños, de paso lo celebramos, ok?).
- Si me devuelven premio por la terminación (que no conocéis), prometo abonar el número con otro para el sorteo del niño.

Muac le he dado un beso, lo he mojado con cava y lo he espolvoreado con sal ¿se puede hacer algo más para que nos toque?