jueves, septiembre 20, 2007

Unisex


En los años sesenta y con la mejor voluntad, como suelen ocurrir esas cosas, llegó la moda unisex. Los vendedores se echaron las manos a la cabeza mientras algunas parejas llevaban a la práctica esa pesadilla de vestirse igual. A las niñas bebés se las cubría con faldones azules, aunque se les agujereaban las orejas para que no las confundieran con un varón. Contradicciones modernas. Y las mujeres empezaron a vestir pantalones de peto, parcas con capucha y, cómo no, unos tejanos. Muchas respiraron aliviadas, por fin podían quitarse aquel disfraz de falditas de vuelo y zapatos pimpollo y no tenían que silenciar ese complejo freudiano causado por la envidia del falo, atándose una corbata al cuello. El mercado, políticamente correcto, intentaba equiparar ambos sexos tratándolos como un solo ser, más allá de las diferencias que llevábamos arrastrando más de tres mil años. Tan sólo había un pequeño problema: los hombres jamás se pusieron una falda ni unos zapatos de tacón, mientras nosotros debíamos borrar el fucsia de nuestro armario. El boom del unisex tuvo ciertas ventajas para el aún entonces llamado sexo débil, como el hecho de normalizar el uso de pantalones, botas y jerséis, además de la eterna camiseta blanca, que hasta hacía poco había sido una prenda interior masculina. Lo unisex era básicamente ropa de hombre que se podía adaptar a la mujer, en un arrebato filosófico en el que el feminismo parecía declarar la guerra a la feminidad.
Aquello que pareció nacer con aires de conquista y de progreso, fue un auténtico blue. Las mujeres perseguían desesperadas una falda rosa y deseaban abandonar aquel aire de Tom Sawyer o de motorista. Hasta que el mercado se dio cuenta de que no somos intercambiables. Que disponer de nosotras mismas, decidir sobre nuestro cuerpo y tener el derecho y la oportunidad de desarrollarnos como un hombre no impedía que rubricáramos nuestra propia estética y nuestras formas de seducción. En la ‘tercera mujer', Gilles Lipovetsky abogaba por un feminismo menos colectivo, como si no dependiera de lo político la erradicación de las diferencias salariales que persisten en todo el mundo, y se permitía afirmar que ‘la mayor parte de las mujeres desean ser cortejadas, deseadas...y esto explica que la tradición se perpetúe'. Puede que tuviera razón. La independencia nada tiene que ver con la altura de unos tacones ni el carmín encendido. No significa renegar de los atributos asociados a nuestro sexo; partir de cero anulando aquellos signos que confeccionaron en nuestro imaginario. Los complejos ante lo femenino, afortunadamente, han ido disipándose aunque cada dos por tres, cuando una mujer que ejerce una representación pública cuida su indumentaria, véase Cristina Kirchner, es tachada de frívola. El mercado, ávido por demostrar que la sociedad evoluciona, ha puesto en marcha un proceso de ‘regendering', adaptando los productos a los gustos particulares de cada sexo. Desde la tecnología hasta la alimentación, las cartas de los restaurantes o el interiorismo de las casas, el sello femenino y el sello masculino quedan fijados con carácter. Eso sí, nunca como ahora se habían sentido tan libres ambos sexos para elegir el rosa o el azul.

domingo, septiembre 16, 2007

Londres es muy caro


Sé perfectamente que no acabo de descubrir el mundo pero ya que acabo de estar unos días en Londres, me gustaría compartir con vosotros mi comparativa de precios particular. Londres es carísimo, pero cuando lo digo lo digo de verdad, duplica los precios en muchos casos de la también carísima Barcelona, pero es que en muchos casos hasta los triplica! Os muestro una tabla comparativa de algunos de los precios/productos de consumo habitual en nuestra vida cotidiana:

    LONDRES BCN
    Café con leche
    £1,85 = 2,5 €
    1,20 €
    Trayecto metro
    £4 = 6 €
    1,25 €
    Un menú completo
    £30 = 42 €
    15 €
    Trayecto 10 min. taxi
    £12 = 18 €
    8 €
    Hotel *** (no céntrico)
    £100 = 150 €
    90 €
    Cerveza bar de día
    £4 = 6 €
    3 €
    Revistas tipo VOGUE
    £3,75 = 5,5€
    3 €
    Trayecto tren 45 min.
    £24 = 35€
    4,50 €


    La ciudad sienta muy bien, es una bocanada de aire fresco, sus calles, sus locales modernos, diferentes y alternativos, las tiendas y mercadillos aunque no puedo decir lo mismo de algunos otros detalles así como con la comida, es simplemente basura.
    Sus gentes son un tanto diferentes a los latinos, y el frío es muy subjetivo para ellos. A 14 de septiembre, a una temperatura ambiente de unos 18ºC puedes cruzarte con personas en chancletas y tirantes y otras en abrigo de cashimire y botas forradas de borrego, saben que llega el frío pero no acaban de averiguar por donde!
    Y para que aquí conste mi promesa, NO PIENSO VOLVER A VOLAR A LONDRES con la compañía aérea de dicen de low-cost RYANAIR, ¿los motivos? unos cuantos: problemas de sobrepeso a la vuelta, por llevar una maleta de 20 kilos (si os paráis a pensar no es tanto) extra de 8€/kg., si quieres gastar las últimas libras en monedas y te compras unas revistas y una botella de agua que no te cabe en el bolso, extra por doble bolsa de mano, y si además tu compañera de viaje lleva una maleta que pesa menos de 10 kgs. y mide menos de lo permitido, problemas en los 3 controles de seguridad del aeropuerto de Standted, el cual está a 1h y 1/2 del centro de Londres, una tomadura de pelo, la dicha tiene razón lo barato siempre acaba saliendo caro.

    lunes, septiembre 10, 2007

    The real life in second life



    Tengo que reconocer que después de mucho pelearme con el fantástico mundo de Windows vista, hace un tiempo logré entrar en Second Life (SL). Las expectativas no podían ser mejores, pero la decepción lo supera todo. Me voy a ahorrar contaros el como, cuando, donde y el porqué pues muchos de vosotros supongo que ya lo habréis experimentado. Solo quiero haceros un breve resumen del porqué decidí abandonar este absurdo mundo en el que también caben las armas y la violencia. Después de teletransportarme con mi novato avatar, eso sí con peluca roja y moños gratis, a la misma isla ibicenca, vi como dos personajes ya curtidos luchaban con dos grandes sables y uno de ellos acuchillaba al otro bajo un chat de risas... vosotros mismos. Os dejo con el vídeo que explica ¿cómo sería nuestra vida real si funcionáramos como en SL?

    domingo, septiembre 02, 2007

    El hombre que no olvida

    En la película de Tavernier , “La muerte en directo” Romy Scheneider , tras quedarse ciega, sufría una operación para instalarle tras los ojos un par de cámaras, que retransmitían a una misteriosa organización todo lo que veía. Otra película , ésta mas reciente y menos conseguida “La memoria de los muertos” ( “The final cut” era su título original) , describe un mundo no muy lejano en que los padres tiene la opción de instalar a sus bebés un chip que grabará su vida segundo a segundo. Tras la muerte, un montador se encargará de editar la película de sus vidas, escogiendo sólo los buenos momentos, para un funeral donde los asistentes podrán contemplar una versión edulcorada de la existencia de aquellos que llevaban el chip.
    Hoy, el científico Gordon Bell a sus 71 años, ha decidido colgarse al cuello una cámara digital que saca una foto cada minuto para registrar todos sus recuerdos en un soporte digital. Todas sus conversaciones van a ser grabadas, sus encuentros, los momentos en que se mira al espejo y ve un trozo de espinaca entre sus dientes, cuando va al baño, cuando se hurga la nariz, cuando elabora y verbaliza una idea interesante, cuando dice una tontería, cuando se emociona leyendo a Keats y cuando se tira un pedo. Todos sus pasos, todos sus encuentros, sus dudas, sus miedos, sus errores, sus comidas indigestas van a quedar registrados en un facsímil digital de su existencia que va a quedar registrado en el Bay Research Centre que Microsoft posee en San Francisco.
    El objetivo de este experimento es ampliar los límites de la información que los ordenadores son capaces de manejar y desarrollar una estrategia experimental para combatir la pérdida de memoria provocados por transtornos neurodegenerativos como el Alzheimer. La base de datos de Microsoft denominada “Mylife-Bits (en inglés “bit” tiene el doble significado de “fragmentos de vida” y el “bit” como unidad de información elemental) representa para los programadores una oportunidad sin precedentes que abre tantos interrogantes como los que se supone ayudará a resolver. ¿Cómo se va a organizar un programa que pueda interconectar acontecimientos tan dispares como la emoción ante la muerte de un ser querido , la nostalgia al oír una canción de Billie Holliday y el miedo provocado por una sombra amenazadora en plena noche? ¿Quién garantiza que nadie salvo el propio doctor Bell y los científicos por él designados serán los únicos que tengan acceso a su memoria digital? ¿Deben las personas que se encuentra cada día el doctor Bell – floristas, taxistas, viejos amigos, exnovias- ser informadas que van a formar parte de la memoria digital de éste? ¿Van a actuar de manera diferente si saben que todo lo que hagan o digan va a ser registrado?
    Dice el doctor Bell que a él no le importa que alguien pueda entrar en la base de datos y escudriñar mis pensamientos mas íntimos (después de todo, ningún sistema informático es inexpugnable, para los piratas informáticos) pero puede que sus allegados, su mujer, sus nietos, su contable no piensen lo mismo.
    Y ¿quién será el dueño de toda esa información, de todos esos recuerdos cuando el doctor Bell fallezca? ¿Sus herederos? ¿o Microsoft? ¿es este experimento la antesala de un Big Brother a gran escala donde todas nuestras vidas quedarán registradas en nombre de la ley y el orden?. Gordon Bell ha renunciado a su intimidad y al lujo de olvidar. Ojalá no tenga que arrepentirse.