miércoles, marzo 05, 2008

Cuando ya no importa


Acabo de vivir una de esas historias que nunca se olvidan, que no te dejan indiferente y que no todos debiéramos recomendarnos a nosotros mismos ni a nuestros seres queridos, pero me ha ayudado a entender el misterio de la vida. La vida absurda, la vida breve, la vida aparcada en la roulotte de los sueños.

Morir y despertar son la misma cosa.

La bondad no está de moda. Parece un tema anticuado, todo aquello que sientes cuando haces algo por alguien cuando lo necesita, o simplemente para que se sienta mejor y tu no esperas nada a cambio. En la vida o en los sueños, (ya no sé si estoy despierta o dormida), además, no suele funcionar. Sin embargo, hay momentos de la vida que son realmente difíciles donde piensas en lo peor y es entonces que con esta virtud que transmite la gente que te quiere hace que llegues a salir confortada con la bondad del ser humano. Piensas en lo felices que puedes hacer a los demás. Y no es Dalai Lama, ni si se te apareció la Virgen, sino ser una mujer que puede hundir sus pies descalzos en la hierba bañada por la lluvia y respirar hondo en ese momento animal y todos los momentos que te restan...

Como en la película de Isabel Coixet “Mi vida sin mi”, todos nos hemos atrevido alguna vez a imaginarlo, sobre todo en la niñez, a pensar como seguirá todo por ahí rodando sin estar nosotros para contarlo. Lo que no suponía es que se puede hacer de otro modo. Viéndolo a través de una rutina donde llueve, donde no deja de sonar el teléfono, donde tus hijos te reclaman, escuchando una canción de amor encerrada en el coche y tomándote la última ración de tarta de queso que queda en el último bar abierto en el mundo una desapacible noche de invierno...

Cada uno hará su reflexión sobre esta lección de vida, para mí casi el más magnífico testamento a dejar en vida. Alguien me contó una vez qué sería de nosotros si nos quedara tan poco tiempo para ser felices hace tres semanas me dijeron que tenía un cáncer, he vivido una verdadera pesadilla, la peor de mi vida, pero he aprendido muchas cosas, los médicos son los más felices de la especie humana: los éxitos que puedan tener son proclamados por el mundo mientras que sus errores los cubre la tierra”.

Gracias, gracias y mil gracias, por vuestro apoyo, por vuestros ánimos, por ese positivismo, esas ganas de seguir arrancándome una sonrisa y sobretodo por… esa bondad.