miércoles, abril 25, 2007

Protocolo Cristina


Mi buena amiga María hace años tenía un amiga llamada Cristina. Con Cristina se encontraban una vez al mes, desayunaban, se confesaban e incluso conspiraban, lo que siempre une mucho. O al menos eso creía María. “Pero siempre soy yo la que te llama” –le reprochó un día medio en broma, “si no fuera por mí seguro que ni nos veríamos”. Como intentando confirmar su tesis, decidió no llamar a Cristina y esperar. Esperó una semana y luego un mes y luego dos y hasta un año esperó, y en todo ese tiempo Cristina no volvió a dar señales de vida. Por fin un día topó en un bar con su amiga que con sentidas palabras le recriminó que ya no se vieran y que por su desconsiderada actitud pusiera en peligro una amistad de tantos años. De nada sirvió que María explicase a Cristina que era tan culpable como ella del distanciamiento, o incluso más, puesto que nunca tomaba la iniciativa. Aún así, María la llamó un par de días más tarde para verse y su amiga, que estaba ocupada, prometió telefonearle después, pero ya pasaron seis meses sin rastro de Cristina. Esta actitud, que tal vez les resulte familiar, viene al caso para ilustrar un curioso estudio realizado por médicos y sociólogos estadounidenses que señala que el mundo está democráticamente dividido entre “donantes y receptores”. Por lo visto, es muy importante saber a qué bando pertenece uno porque, para que las relaciones humanas funcionen bien, un donante debe siempre encontrar un receptor y viceversa. Esto es aplicable a todas las relaciones de la vida pero más aún en el amor, en el que dos receptores juntos no lograrán más que hacerse terriblemente infelices el uno al otro (elemental, querido Freud, digo yo; no hace falta ser médico ni sociólogo para darse cuenta de que dos egoístas acaban tirándose los trastos a la cabeza). Sin embargo, lo curioso del caso es que dos donantes juntos tampoco son felices. Según dicho estudio, el placer de dar tiene mucho que ver con la persona que se tiene enfrente, y se potencia si el otro (el receptor) presenta una actitud de desvalimiento, de infantilismo o incluso caprichosa. Esa es la razón por la que personas de un grado considerable de egoísmo a menudo están rodeadas de toda una corte de adoradores sin que intervengan en la elección el dinero ni otros intereses. Pero no todas las relaciones entre dadores y receptores son tan extremas. Os propongo un juego, mirad a vuestro alrededor y observad las parejas bien avenidas que conocéis. Es muy posible que descubráis que las más felices responden a este patrón. Esto no quiere decir que todas ellas estén formadas por una persona generosa y un perfecto malcriado. Hay que tener en cuenta que los receptores suelen ser personas sumamente encantadoras, incluso “dan” mucho. Dan simpatía, dan alegría, e incluso muchas veces son muy bellas. Son lo que Shakespeare llamaba “los tocados por las alas de las hadas”. Los donantes, por su parte, tampoco tiene por qué ser menos atractivos. Con mucha frecuencia la gente que triunfa en la vida es más un donante que un receptor puesto que, contrariamente a lo que se piensa, no son los avaros los que amasan las grandes fortunas (los avaros suelen ser ricos que han heredado el dinero y temen perderlo); las grandes fortunas las hacen los generosos (con quién lo sean es otro cantar). El esquema funciona además en otras relaciones importantes, como las laborales, o las de amistad. Por eso es interesante saber a qué bando pertenecemos. Si lo que tu quieres es tener éxito en su profesión, harás muy bien en arrimarse a otros trabajadores que pertenezcan al bando contrario al tuyo y, siempre que sea posible, ha de procurar trabajar para un jefe también del bando opuesto. Hay quien piensa que el mundo está lleno de receptores y escasea en dadores pero no es cierto, todo el mundo es dador o receptor respecto de alguien. Y si no sabes cómo averiguar quién es quién, os propongo el sistema de mi amiga María. Descubriréis entonces no quién es su amiga y quién no, sino quién es dador o receptor respecto de ti: en eso consiste el Protocolo de Cristina (y funciona, os lo aseguro).

19 comentarios:

Camille dijo...

Y tanto que funciona, carmen!

Juanjo Montoliu dijo...

Pues sí. Es como un baile; uno lleva y el otro se deja llevar. Si no, es un caos.
Me he quedado pensando en varias parejas, y casi siempre pasa eso. Por lo general, la gente tiende a apreciar más al que da más, o al que deja siempre que sea su brazo el que se tuerza.
Sin embargo, la primera frase... Mi buena amiga María hace años tenía una amiga. ¿Ya no lo son? ¿Por qué? ¿Se cansó de dar? Siento entrometerme, pero tengo curiosidad, más que nada porque el que da, termina volviendo a intentar recuperar esa amistad.

P.D. Hay relatos que terminan antes del final, y en otros el final viene después de la novela. El mío es de los primeros.

Anónimo dijo...

yo procuro ser donante,pero lo cierto es que en ocasiones llega a agotar.tambien te gusta de vez en cuando ser receptor y sertir que procuran por ti,la verdad.
pero bueno,me hace sentir feliz poder luchar por los diferentes aspectos(amistad,amor,trabajo...),aunque aun me hace sentir mejor si el receptor es buen receptor y percibe mi interes.
besitos!

Anónimo dijo...

Pues no tengo ni idea a que grupo pertenezco... aunque creo sospecharlo.
¿Y no sería más fácil si eso fuera por momentos? ¿Qué todos fueramos ambas cosas?... no sé, digo yo.
Un beso, preciosa.

Anónimo dijo...

tan cierto como la vida misma

pero ante la duda, siempre donante!!!
No hace mucho releyendo uno de los varios magazines dominicales que suelen decorar mi sofá las tardes del domingo, leí que los del bando donante tienen una mayor esperanza de vida... ahí es nada!!.

Pedro M. Martínez dijo...

Doña Carmen, vamos a ver si nos ponemos de acuerdo que ya uno no se aclara (dirás tú :”tanto llorar no me extraña”).
Que sí, que tu post está muy razonado, muy claro, es ilustrativo, algunos conocemos casos así, Marías, Cristinas, Pepes y Jordis.
La verdad no sé si soy receptor o donante pero no es el caso.
Dice María “Pero siempre soy yo el que te llama”.
Y añades tú : “De nada sirvió que María explicase a Cristina que era tan culpable como él del distanciamiento, o incluso más, puesto que nunca tomaba la iniciativa.
En qué quedamos, Cristina es él, ella, las dos cosas, dador(¿a?), receptor (¡a?), qué pasa aquí, quién somos nosotros, dónde vamos, de dónde venimos, Carmen, esto es un sin vivir.
Acláralo, por favor.
Besos ( de dador)

Carmen dijo...

Sr. Pedro (Glup) ya está aclarado, tan fácil como que este texto estaba escrito previamente en masculino y se colaron un par de "cagadillas"... gracias por ser tan observador, tan meticuloso conmigo... tengo muy claro lo de los sexos, jajaja. Es usted de admirar gramaticalmente hablando, sus escritos lo demuestran, tienen multitud de lecturas.
En fin gracias y siento haberlo liado, le mando más besos de dadora (por supuesto).

Pedro M. Martínez dijo...

Tu dadora, yo dador, mal vamos.
Al menos en esto de los besos.
Te voy a hacer una confidencia, en lo de los besos (y etc) no he sabido (no sé) ser receptor. Debe ser la educación, yo que sé, me faltan labios, manos, piel, movimientos, actividad. Quizás amantes más hábiles, más activas. Digo amantes y digo amadas (que hay mucha susceptibilidad por ahí, suelta). Y viceversa.
Pero para que no hay más malentendidos no pretendía corregirte –estaba claro- solo intentaba, ingenuamente, provocarte. Con todo el cariño, eso sí. (y con un poco de miedo, que tienes mucho carácter).
Hala, un beso, sea como sea.

Carmen dijo...

Pedro (Glup) dador y provocador, eso es una maezcla explosiva... lo de mi carácter pues no creo ser yo la más adecuada para contestarte pero te sorprendería lo dócil que llego a ser, una cosa es lo que piense y la otra es lo que lleve a cabo. Puedes seguir provocándome siempre que quieras (confieso que me encanta).
y ¿cómo abrazas tu?

Carmen dijo...

Juanjo, no ya no son amigas, te sorprenderías de lo absurda que es a veces la relación entre las mujeres. El otro día pensé en las amigas que me quedaban del Instituto y me fustré mucho, y los motivos son algo diferentes a los del protocolo, vidas diferentes, otros derroteros, ciudades, pero aun y así no me queda NINGUNA :( y me considero muy pero que muy dadora!!!!

Juanjo Montoliu dijo...

Gracias por saciar mi curiosidad sobre tu amiga.

Por lo que me contáis, las relaciones entre mujeres son bastante diferentes que las que tenemos los hombres. Es en lo único en que he observado cierta envidia respecto a nosotros por vuestra parte. Pienso que las mitificáis un poco.

Desconozco tus circunstancias particulares, pero siendo muy dadora estoy convencido de que hay muchas personas que guardan buen recuerdo de ti, y te aprecian. Quizá quien menos te esperas.
¿Amigas? Es complicado encontrar buenas amigas. No basta con ser buena dadora, también se necesita una buena receptora.

Reconozco que he estado meditando sobre mí mismo tras leer tu entrada, y no lo acabo de tener claro. Quizá me sienta mejor dando, pero no sería honesto decir que no me gusta recibir. Además, no me siento predispuesto a dar a todo el mundo: la persona, en cuestión, me tiene que entrar por el ojito.

No me enrollo más.

Besos, maca.

Camille dijo...

Yo creo que tiene razón Juanjo en que las mujeres mitificamos mucho las relaciones entre ellos. Yo, a veces las envidio. Ahí están ellos sobreviviendo desde el colegio y siguen siendo amigos.

Las amistades entre las mujeres es como cuenta Carmen. Hay pocas que puedan decir que conservan una amistad desde el instituto o el colegio. Yo tampoco puedo, como tú, Carmen.

Hay que ser muy constante y muy donante para conservarlas y todos con el tiempo o en situaciones determinadas nos volvemos egoístas y creemos que nosotros tenemos derecho a recibir también.

Pedro Glup hablaba del caso de ser los dos donantes...y una cuadrilla entera de receptores? ufff eso es muy fuerte. Pues, generalmente, así son las cuadrillas de mujeres..

Jorge Bucay explica en un libro que hay que amarse con los ojos abiertos, y eso también se extrapola al concepto de amistad. Quizás pedir menos, aceptar lo que se recibe o en un momento dado saber pedir lo que necesitamos.

A veces, también, hay que dar menos..

No sé, es un lío, y cuanto más mayores más hacemos...peor!! ja ja ja

Carmen dijo...

Camille, aprovechando que has sacado al tan admirado y leído Bucay, os adjunto el texto donde él cuenta como se debe querer...

QUIERO…- Jorge Bucay

Quiero que me oigas sin juzgarme
Quiero que opines sin aconsejarme
Quiero que confíes en mí sin exigirme
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí
Quiero que me cuides sin anularme
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí
Quiero que me abraces sin asfixiarme
Quiero que me animes sin empujarme
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí
Quiero que me protejas sin mentiras
Quiero que te acerques sin invadirme
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten
Que las aceptes y no pretendas cambiarlas
Quiero que sepas… que hoy puedes contar conmigo…
Sin condiciones.

Camille dijo...

La última frase.."puedes contar conmigo" me ha recordado irremediablemente al maestro Benedetti y su "Hagamos un trato"

Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo.

Si algunas veces
advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera
igual puede contar conmigo.

Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.

No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

Juanjo Montoliu dijo...

Veo aquí el comienzo de una gran (y poética amistad). Sin avión despegando, eso sí.

Besos para las dos.

Luis Campoy dijo...

Yo me incluiría en el estereotipo del "donante", pero claro, las cosas no son blancas ni negras del todo y supongo que, sin darse cuenta, hasta quien más o más fácilmente "dona" se ve abocado de vez en cuando a transformarse en "receptor".

Carmen dijo...

Donantes, todos nosotoros donantes... se trata eso de un estereotipo bloggero o una pura casualidad? No sé, no sé si nos vamos a acabar entendiendo todos nosotors bien así segun el protocolo... jajajaja!!!
Quizás será la excepción que confirme la regla.
Besos dadores a todos!

Lurka dijo...

Pues yo creo que la amistad se basa en mitad y mitad. A mi mejor amiga la conozco desde los 10 años y ha habido veces en que ella me ha llamado más y otras en que yo la he llamado más. Y creo que eso hace que sigamos manteniendo la amistad, por el contrario tengo otra amiga con la que salía a menudo y por cosas de la vida dejamos de hacerlo pero yo no quería perder el contacto así que de tanto en tanto la iba llamando y sin embargo ella nunca lo hacía, así que un día me cansé de hacerlo y desde entonces no se nada de ella. Entiendo que si ella no hace nada por verme o llamarme, es que no quiere saber nada más de mí. Si me llamase, no me importaría quedar de nuevo y hablaríamos como si no hubiera pasado nada, pero ya no voy a llamarla más, porque a mi también me gusta ser receptora y no solo donante.
Lo que digo, mitad y mitad.

Anónimo dijo...

Como siempre, llego tarde a los comentarios. Este, que interesante...es muy habitual a lo largo de la vida. Que curioso a la vez, que todos os considereis donantes.....Este caso lo he vivido 1.000 veces a traves de mi vida. No me importa ser donante, hasta que llega un momento que realmente piensas cuanto le interesas a la otra persona, por la poca molestia que se toma por ti, NADA. Insistes, insistes , hasta que paras de llamarla porque, es verdad, ella no te llama jamas. Tengo amigas absolutamente receptoras y digo tengo, porque no las he abandonado, porque el cariño que me une a ellas es muy grande. Pero reconozco que muchas veces me harto, aunque luego se me pasa.
La receptora es guapa, divertida y con mil planes, no se porque......