Acabo de enterarme de que el hombre metrosexual ha muerto. Que alivio, que alegría; la verdad es que odiaba ese tipo. Antes a los hombres blandurrios los llamábamos con nombres ahora prohibidos por la corrección política, pero afortunadamente aún sobreviven algunas buenas palabras para describirlos sin problemas como pisaverdes, petimetres o figurines.
Dos largos años hemos convivido con este “role model” y me pregunto si a alguna mujer llegó a gustarle sinceramente que su novio se depilara tanto como ella o que le birlase la antiarrugas con aloe vera. A mí, afortunadamente, no me ha sucedido ni una cosa ni otra, y dudo mucho que mi enamoramiento hubiera logrado superar tan dura prueba. Lo que quiero decir es que en este mundo tontorrón en el que vivimos acabamos dando por buenas una cantidad de bobadas que ni siquiera nos gustan.
Afortunadamente, el ser humano tiene casi tanta capacidad de corregir imbecilidades como de crearlas, de modo que aquí estamos dando la bienvenida a la nueva moda en lo que a hombres se refiere: el ya conocido ubersexual. Este nuevo término, creado por unas ejecutivas de J. Walter Thompson, la empresa de publicidad más grande de los EE.UU., dicho sea de paso, viene a definir al hombre de toda la vida: el fuerte, el decidido, el protector. Vaya, por Dios, ya son ganas de ponerle nombres raros a lo evidente. No hace falta ser publicista (ni científico, ni historiador) para saber que, desde que el mundo es mundo, este es el tipo de hombre que más gusta a las mujeres. La antropóloga Helen Fisher, en su libro Por qué amamos, dice incluso que nosotras nos sentimos atraídas por dos clases de hombres fuertes, dependiendo de la parte del ciclo menstrual en que nos encontremos. En los días fértiles, por ejemplo, nos gustan más los hombres guapos, jóvenes, aventureros y en los no fértiles nos atrae el protector, el más sólido. Esta conducta responde a un claro mandato biológico. Para el apareamiento se busca la pareja que pueda procurar la prole más sana y en cambio para nuestro bienestar buscamos al mejor compañero.
Por eso creo que el ubersexual que nos quieren endorsar las chicas de J. Walter Thompson va a tener mucho más éxito que su antecesor. Al metrosexual de marras nos lo vendieron con la etiqueta de que era “un hombre sensible”. Por lo visto, lo de la sensibilidad introducía un factor interesante y novedoso sobre el imaginario masculino. De igual modo a este nuevo tipo de hombre nos lo quieren vender no como la replica de King Kong sino con la vitola de fuerte pero a la vez capaz de esas emociones que antes se consideraban femeninas. “El ubersexual es seguro, masculino, recio pero sabe también emocionarse con la buena música y llorar con una gran película”. Así describen a este nuevo prototipo de hombre. Bueno, pues en lo que a mí respecta, va a ser que no. Nunca me han gustado los hombres llorones. De hecho, las lágrimas que se derraman en público nunca me han parecido una muestra de sensibilidad. Todos lloramos, naturalmente, y los hombres no son una excepción a la regla como se nos ha hecho creer hasta ahora. Llorar es además muy bueno para el organismo y seguramente un medico nos daría varias razones para animarnos a hacerlo. Pero una cosa son lágrimas y otra su exhibición y a mi modo de ver su exhibición no denota sensibilidad, sino puro teatro. De hecho, si hacemos caso de la historia, los hombres que más alarde han hecho de sus lágrimas no han sido precisamente un dechado de sensibilidad, sino todo lo contrario y para corroborarlo he ahí el caso de dos famosos llorones: el emperador Nerón y el bueno de Al Capone. Dicho esto, y por lo que a mí respecta, bienvenido el ubersexual si es, en efecto, tan fuerte y a la vez tan sensible como dicen sus inventoras. Pero por favor, que la sensibilidad la demuestre de otra manera más atinada que llorando en el cine. Que no, que si un tío se me pone a llorar en medio de la escena en la que Bambi pierde a su mama, lo que me da es un yuyu, y una mala espina tremenda, vamos.
Dos largos años hemos convivido con este “role model” y me pregunto si a alguna mujer llegó a gustarle sinceramente que su novio se depilara tanto como ella o que le birlase la antiarrugas con aloe vera. A mí, afortunadamente, no me ha sucedido ni una cosa ni otra, y dudo mucho que mi enamoramiento hubiera logrado superar tan dura prueba. Lo que quiero decir es que en este mundo tontorrón en el que vivimos acabamos dando por buenas una cantidad de bobadas que ni siquiera nos gustan.
Afortunadamente, el ser humano tiene casi tanta capacidad de corregir imbecilidades como de crearlas, de modo que aquí estamos dando la bienvenida a la nueva moda en lo que a hombres se refiere: el ya conocido ubersexual. Este nuevo término, creado por unas ejecutivas de J. Walter Thompson, la empresa de publicidad más grande de los EE.UU., dicho sea de paso, viene a definir al hombre de toda la vida: el fuerte, el decidido, el protector. Vaya, por Dios, ya son ganas de ponerle nombres raros a lo evidente. No hace falta ser publicista (ni científico, ni historiador) para saber que, desde que el mundo es mundo, este es el tipo de hombre que más gusta a las mujeres. La antropóloga Helen Fisher, en su libro Por qué amamos, dice incluso que nosotras nos sentimos atraídas por dos clases de hombres fuertes, dependiendo de la parte del ciclo menstrual en que nos encontremos. En los días fértiles, por ejemplo, nos gustan más los hombres guapos, jóvenes, aventureros y en los no fértiles nos atrae el protector, el más sólido. Esta conducta responde a un claro mandato biológico. Para el apareamiento se busca la pareja que pueda procurar la prole más sana y en cambio para nuestro bienestar buscamos al mejor compañero.
Por eso creo que el ubersexual que nos quieren endorsar las chicas de J. Walter Thompson va a tener mucho más éxito que su antecesor. Al metrosexual de marras nos lo vendieron con la etiqueta de que era “un hombre sensible”. Por lo visto, lo de la sensibilidad introducía un factor interesante y novedoso sobre el imaginario masculino. De igual modo a este nuevo tipo de hombre nos lo quieren vender no como la replica de King Kong sino con la vitola de fuerte pero a la vez capaz de esas emociones que antes se consideraban femeninas. “El ubersexual es seguro, masculino, recio pero sabe también emocionarse con la buena música y llorar con una gran película”. Así describen a este nuevo prototipo de hombre. Bueno, pues en lo que a mí respecta, va a ser que no. Nunca me han gustado los hombres llorones. De hecho, las lágrimas que se derraman en público nunca me han parecido una muestra de sensibilidad. Todos lloramos, naturalmente, y los hombres no son una excepción a la regla como se nos ha hecho creer hasta ahora. Llorar es además muy bueno para el organismo y seguramente un medico nos daría varias razones para animarnos a hacerlo. Pero una cosa son lágrimas y otra su exhibición y a mi modo de ver su exhibición no denota sensibilidad, sino puro teatro. De hecho, si hacemos caso de la historia, los hombres que más alarde han hecho de sus lágrimas no han sido precisamente un dechado de sensibilidad, sino todo lo contrario y para corroborarlo he ahí el caso de dos famosos llorones: el emperador Nerón y el bueno de Al Capone. Dicho esto, y por lo que a mí respecta, bienvenido el ubersexual si es, en efecto, tan fuerte y a la vez tan sensible como dicen sus inventoras. Pero por favor, que la sensibilidad la demuestre de otra manera más atinada que llorando en el cine. Que no, que si un tío se me pone a llorar en medio de la escena en la que Bambi pierde a su mama, lo que me da es un yuyu, y una mala espina tremenda, vamos.
4 comentarios:
Lo de las modas en materia de hombres me está empezando a dar pánico. Y más si va cambiando cada dos años. Porque a este paso, o cambiais de hombre cada dos años, o tendréis un chico pasado de moda siempre.
También podéis elegir algún ser mutante, que sólo llore en las grandes películas cada dos años, y los años restantes elija volver a verlas.
Pero bueno, demos la bienvenida al ubersexual, y la despedida al metrosexual.
Besos.
Ostras Pedrín!!
¿y al tecnosexual también se lo han ventilado?.. ahora que, por fin, soy capaz de descargar nuevas canciones en la iPod sin machacar las anteriores y escribir SMS's con una sola mano..
En cualquier caso, por pura deducción a la alemana, el ubersexual debe ser el que está por encima de lo sexual,.. algo así como el perfecto hombre de piedra, impermeable a los revolcones... eso sí!! duro como el mármol..
Mi amiga Elena ya hace años hizo una categoría mucho menos glamourosa pero que viene a ser lo mismo:
Hombre de pensamiento retorcido: el que tiene una parte femenina retorcida y que no hace las cosas porque sí sino con previsión a desencadenamiento de futuras consecuencias.
Hombre-boina: le gusta el fútbol, la cerveza y no debes preguntarle nunca "¿en qué piensas?" porque la respuesta seguramente será "Pues en que no recuerdo si hoy me he cambiado los calzoncillos" o algo así. Y ése es su encanto.
A todo eso, me pregunto si estas estupendas señoras de la JWT le hablarán del ubersexual al gran caiser de la JWT World wide, el mismo que dijo que "la mujer debe quedarse en casa, que es lo que la biología ha diseñado para ella" y que "la creatividad es un atributo masculino".
ESto que cuento es cierto.
pues que lastima que no les guste y la verdad; esto tiene gran culpabilidad en las mujeres ya que las mujeres fueron evolucionando a tal forma de que se volvieron mas independientes sin nessesidad de un ubersexual como lo llaman ustedes un hombre fuerte y masculino que las proteja a raiz de eso pues el hombre fue cambiando y pues adaptandose a las mujeres. y otra cosa es que la evolucion nos esta volviendo cada vez menos masculinos devido a que ya es menos nescesario en estos dias pero bueno esperemos a las nuevas tendencias aver ahora cual sera el cambi adios
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