martes, enero 23, 2007

Síntoma


Me pregunto si alguna de las personas que tan orgullosas están de que las describan como glamurosas tienen la más remota idea de lo que en realidad significa esa palabra. Lo digo porque el equivocado sentido que normalmente se le atribuye, es decir, el de brillante, bello/a o elegante, comparado con su significado real es, a mi modo de ver, una verdadera metáfora de estos tiempos figurones en los que vivimos.
Hay palabras que aunque existan desde hace siglos en los diccionarios solo comienzan a ser usadas regularmente cuando describen muy atinadamente algo que tiene que ver con el talante de los tiempos. Algo así le ha ocurrido a la palabra glamour que, a pesar de figurar en el Diccionario Oxford desde 1720, no ha sido conocida ni utilizada hasta tiempos recientes. Pero permitirme que me reserve un momento su verdadero significado hasta que os cuente el “glamuroso” camino que ha recorrido el mencionado término antes de incorporarse a nuestro vocabulario habitual.
Hasta hace más o menos cincuenta años esa palabra inglesa era un cultismo utilizado solo por poetas. Sin embargo, hacia mediados del siglo pasado, las viperinas lenguas que se dedicaban a criticar a las actrices de cine, la sacaron de su intelectual contexto para describir la diferencia que existía entre las damas de la escena y las actrices de Hollywood. Es necesario explicar que hasta no hace mucho en Inglaterra los actores de teatro seguían mirando con displicencia a sus colegas de “la pantalla”. Aún sucede entre los puristas, pero, desde luego, hasta bien entrada la década de los cuarenta, a un actor de teatro no le gustaba en absoluto que lo relacionaran con sus colegas del cine. Y para describir precisamente esa nueva categoría de estrella rutilante y algo estridente, por no decir vulgar, que según los amantes del teatro nada tenía que ver con los intérpretes de la escena, se comenzó a usar – despectivamente, por cierto – la vieja palabra glamour.
Porque si consultamos el Diccionario, el significado del término es: “Belleza ficticia que se atribuye a un objeto o cosa” y también “brillo falso o engañoso”. Por tanto, glamurosas eran Jean Harlow, con sus camisones de seda, y la oronda Mae West, una de las mujeres más inteligentes y sin embargo más vulgares que ha dado la escena. Glamurosas podían ser también Marilyn Monroe o incluso Ava Gardner pero desde luego nunca Audrey Hepburn, Grace Kelly o Katherine Hepburn. Porque el glamour tiene un punto de vulgaridad considerable o, para decirlo de otra forma, tiene tufillo a pachulí y no a Chanel número cinco, a pesar de aquella famosa frase de Marilyn (ya sabéis vosotros: I sleep only with my Chanel number 5). E incluso ahora, para que veáis que el término conserva algo de su significado original, observad cómo cuadra más a una Mariah Carey que a una Sigourney Weaver, por ejemplo.
A mí, que me gusta tanto observar frivolidades, no porque sea frívola (que lo soy) sino porque creo que describen muy bien ciertos valores estéticos actuales, el auge de la palabrita de marras me parece todo un síntoma de los tiempos en que vivimos: ahora, lo importante es brillar, no ser brillante, y parecer mucho, antes que ser. De ahí que, si en las próximas fiestas les dicen a ustedes que los encuentran muy glamuroso o glamurosas, respóndanles que preferirían que los calificaran con otro término, por ejemplo que los llamaran chic. Es tan foráneo como el anterior y tampoco significa lo que usted y yo creamos, pero por lo menos resulta más amable cuando se sabe su verdadero significado. Porque chic quiere decir literalmente “diestro desde el punto de vista artístico y literario”. ¿Que no lo sabíais? Yo tampoco, la verdad; no soy tan marisabidilla como parezco. Lo acabo de mirar en el diccionario, tengo mucha “destreza artística y literaria” manejando el mataburros; vamos, que soy de lo más chic.

Os tengo que confesar una cosa: ¡Estoy enamorada de esta canción!

8 comentarios:

Anónimo dijo...

ummmm
seamos chics

Luisru dijo...

Como dijo William Wyller cuando conoció a la gran Audrey, ya basta de camareras que ascienden a estrellas de cine, las únicas actrices con clase que han pasado por la pantalla han sido ella, Katharine Hepburn, Greta Garbo y, quizás Ingrid Bergman (no es que esté completamente de acuerdo con esta selección pero básicamente tiene razón). El resto, simple glamour.
Pd: me alegra que te gustasen las Pipettes, no sabía que las habías descubierto gracias a mí.

Carmen dijo...

Luisruuuuuu y mi canción, ¿te ha gustado?

Anónimo dijo...

El uso incorrecto de calificativos... El uso desafortunado de sustantivos... El uso erróneo de los verbos... La imprudencia a la hora de tratar el lenguaje nos convierte en glamurosos... porque, al final, todo lo que reluce es falso...

Me agradó encontrarte... seguiré paseando por tu casa...

Anónimo dijo...

A la cama no te iras ......efectivamente, creía que glamour era lo otro, pero he de confesaros otra cosa, me gusta la palabra, pero a partir de ahora, prefiero ser chic, desdeluego!!!
Y verdadera y brillante y........

Anónimo dijo...

honestamente, glamouroso es mi "emergency exit" cuando debo ser amable y educado, y además me veo con la tácita obligación de propinarle un cumplido a alguien disfrazado con una estética marquista de dudoso gusto...

el supuesto/a elegante espera que le digas eso.. qué elegante estás... y un servidor que se no atreve por si se le escapa la risa...
finalmente me inclino por decirle "que glamouroso/a estás !!", y me quedo tranquilito. Ni destaco su legancia (impensable), ni le ofendo de hortera (que lo es), le digo que es glamouroso y todos satisfechos.

mila dijo...

La Carey llevó el término más allá (¿o fue Beyoncé?) con aquello de "Glitter". Que eso sí que brilla, sí.
Glamourismo glitteriano. La nueva política de la MTV.

Anónimo dijo...

Hacía algunas semanas que no visitaba tu blog, y he de decir que me ha vuelto a gustar, sobre todo las innovaciones musicales. Te invito a visitar también el mío,en el que asímismo hay algunos cambios. ¡¡Saludos y besos!!