martes, septiembre 26, 2006

¿Está prohibido estar triste?


En ocasiones, como anticipándonos al miedo, queremos privarnos del sentimiento de tristeza, en un acto de autocensura íntima. Nuestra sociedad dispone de un menú variado, para todos los precios, a fin de anestesiarlo. Yo últimamente os confieso que tengo días tristes, y esto está siendo más duro de lo que imaginaba y que, a pesar de haber recibido muchos mensajes de ánimo, cuando te incorporas de nuevo a tu vida cotidiana, y eres bienvenida con cuatro palmadas en el hombro y una carpeta de trabajo digna de un Doctor de Harvard, piensas: c´est la vie. Entre el “no hay lugar para la emoción” y el “no hay lugar para la tristeza”, existe una diferencia fundamental, a la primera le dejan llorar, a la segunda no.
O por nuestras propias neurosis o por las de nuestra sociedad, las emociones disponen hoy de un protocolo aséptico y contenido. Los que le pedían más a la vida han enmudecido, como abochornados por su ingenuidad. A la exteriorización de los sentimientos, de los pellizcos en el estómago, no goza de buena fama en los círculos sociales. Si alguien se hecha a llorar fuera de contexto, recibe la etiqueta de desequilibrado, a menos que sea en uno de esos circos televisivos donde las emociones se confunden con el morbo que intoxica y pervierte desde el dolor hasta la alegría. Hoy en día, casi nadie habla en las escuelas de las emociones atragantadas, no existe una educación sentimental en este sentido. De cómo encajar las primeras fustraciones o el peso de la indecisión, los celos, la helada caricia de la soledad o los bloqueos que nos hacen prisioneros de nuestra propia subjetividad, la misma que se nos vuelve en contra cuando no encontramos un espacio para expresarla. Un espacio para los sentimientos legítimos y las emociones robadas. Cuando una voz nos dice: “Sé tú misma”, queremos hacerle caso, y encontrar ese metro cuadrado en el mundo que nos pertenece, porque, tal vez el mundo cuando una está triste le parece un sitio muy pequeño.


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domingo, septiembre 24, 2006

¿Por qué es tan importante el dinero?


"Porque incluso aquello que aparentemente no se puede comprar se compra. Esta muy bien decir que la salud es más importante que el dinero, pero es que resulta que la salud se compra. El dinero no da la felicidad, pero ser pobre es ser infeliz. Las madres africanas sufren igual que las madres catalanas cuando se les muere un hijo, pero a ellas eso les ocurre mucho más amenudo. ¿Por qué? Porqué son pobres."
Xavier Sala Martín (Catedrático de Economía de la Universidad de Columbia (NY))EL PERIÓDICO Sábado 23 de septiembre de 2006

Uno de los últimos estudios sobre la felicidad se sincera y afirma lo que siempre había sospechado, que el dinero sí puede dar la felicidad, aunque le ponen cifra: 50.000 dólares al año. No se aprecian diferencias entre los que ingresan dicha cifra y los multimillonarios de la lista Forbes. Más que la acumulación de objetos y el consumo masificado, hoy creo que se aspira a tener experiencias únicas. Los nuevos sibaritas han reducido su tiempo dedicado a la compra en los centros comerciales mientras aumenta el rato de diversión y ocio en los mismos. Los pequeños establecimientos y los lugares periféricos incrementan la seducción de la cercanía y la singularidad. Y las pequeñas rutinas suplen las carencias de la ciudad anónima, con sus atascos y sus soledades. El mercado ha hecho suya la teoría de que la psicología sustituye a la ideología. Hoy vende todo aquello que contiene emoción, que sirve para comunicarse y para despertar sentimientos de intimidad. Una intimidad evanescente, que se recluye en el silencio de la aldea global. De ahí que se haya disparado la venta de bolsos de lujo, como portadores de seguridad y prestigio. Son símbolos de pertenencia a un club, rendido por las siglas de una marca que vende eternidad, además de París, belleza, clase o diferencia. Mientras los DVD caen de 800 euros a 49 y pierden su erotismo, igual que los objetos de equipamiento cuya compra, hace algunos años, era un triunfo social, en el carné de cualquier neoconsumidor se inscriben el agua mineral, el té, los colchones de látex o el aceite de oliva. Implican sentimientos auténticos, puros y humanos.
Pero, curiosamente, es de la infelicidad donde obtiene más inspiración el mercado, de lo que no tenemos. Veo un anuncio de coches que trata esto: el gordo quiere ser flaco, y al revés, el viejo quiere ser joven y el joven viejo. . . para tener su Mercedes; una forma audaz de transferirle estatus y experiencia al modelo del coche; o sea, a más años, más dinero para poseer lo mejor.
Dicen que la mayoría de altos ejecutivos, al cumplir los 40, sueña con comprarse un Porsche. Ignoro cuál es el equivalente femenino en esta explosión horizontal de la oferta. Pero me atrevo a responder que quedaron atrás aquellos visones y brillantes que intentaban suplir las heridas abiertas en la soledad de las parejas. Tal vez una alta ejecutiva a los 40 sueñe con el imposible: dejar de trabajar o sustituir a su jefe. Y aun así, puede que unas y otros suscribieran la cita de Woody Allen: qué feliz sería yo si fuera feliz.


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jueves, septiembre 14, 2006

...a mis amigas!


Tener amigas es científicamente saludable… se ve que nuestro cerebro produce unas sustancias químicas que contribuyen a que las mujeres nos agrupemos como efecto calmante ante el vértigo de la vida, también para otorgarnos unas identidad que a veces vemos mermada porque no cumplimos con ninguna estadística, cuando parece que nadie nos comprende. En muchas ocasiones yo tampoco acierto en comprender a alguna de mis queridas amigas cuando decide romper con su espléndido novio, teñirse el pelo o comprarse unos pantalones horrorosos. No se lo digo de primeras, no… la verdad es que lo único que me importa en ese momento es que no se sienta sola, y mucho menos que dude de su salud mental o que se le atragante la sombra del error sin apenas tiempo de haberlo digerido. Quién no se ha sentido ridícula como un príncipe medieval cuando las tijeras de un inspirado peluquero han cortado más allá de esos dos dedos que solicitamos, y tan sólo podemos confesar nuestra desesperación a una amiga íntima. En los momentos críticos me gustaría ser como una ladera de césped verde en la pudieran tumbarse o actuar como esas voces nocturnas de la radio que hipnotizan como si te acariciaran la cabeza con las yemas de los dedos. Sin juzgar. Comprender es ponerte en su piel para poder sentirte cómplice de la espanta novios-maridos de turno. Podría ser yo, me digo, de hecho a veces lo he sido, y ante las palabras de coraje y la ingenua incondicionalidad que en ese momento necesitas como una droga, sabes que lo importante es encontrar una salida, la mejor entre todas, a veces una estrategia y otras sólo alentar la paciencia adorando al dios tiempo que adereza lo torcido y distancia lo insalvable. Hoy, donde parece que nadie pueda equivocarse, retroceder está mal visto y las exigencias se multiplican, las amigas constituyen mi pequeña parcela de paraíso que conecta con la infancia. Es en ese terreno donde emisora y receptora de repente se sienten las únicas habitantes del planeta, eso sí, nunca en el centro, sino en una confortable esquina donde la risa, el llanto, el silencio o la sonrisa te maravillan y te sorprenden, hacen que nada parezca más importante que esa sintonía que a veces se llama complicidad y otras camaradería. Hay algo de festivo en un reencuentro de mujeres que tan solo desean contarse fragmentos de la vida, columpiarse entre risas como antídoto al fracaso o maravillarse mientras les enseño los últimos zapatos que me he comprado que nadie más que ellas sabrá valorar realmente el precio que tienen.
Mis amigas conocen perfectamente el don terapéutico de la amistad, me alimentan de generosidad, fortalecen mis deseos, siempre están dispuestas, en fin que quiero darles las gracias por arroparme como si se tratara de un osito de peluche y decir que… quien tiene una amiga tiene un tesoro!

...No puedo dedicaros la canción que quería porque la informática me está traicionando, voy a seguir intentándolo pero ya os adelanto, peorque lo más seguro es que ya sepáis cual es: Limón y Sal de Julieta Venegas ¡que por cierto viene en concierto a Barcelona este próximo miércoles! ¿quién se apunta? No quiero saturaros de tanta music en directo pero es que apetece, no? A mi mucho!

viernes, septiembre 08, 2006

La fuerza la destino


¡Hoy no me puedo levantar! … y no es precisamente por que el fin de semana me sentó fatal, ni ayer día “7 de septiembre” era nuestro aniversario, si no porque, “La Fuerza del Destino” nos llevó al Palau Sant Jordi a ver concierto que Ana Torroja nos deleitó con matrícula de honor. No llegamos “como Venus en un barco”, si no en coche y derrapando, por las prisas y esa “ansiedad” que nos caracteriza.
“Aire soñamos por un momento que éramos aire”, una vez empezó el concierto, el montaje, la puesta escena y el ambientazo nos hizo subir a todas por las nubes.
“En su fiesta nos colamos” y los cantos, saltos y gritos no pararon ni un minuto. En ese momento daba igual donde estábamos, podíamos habernos trasladado tranquilamente a “Hawaï” o a “Bombai” o en la misma “Puerta del Sol”, donde un año más “entre gritos y pitos” recordamos a nuestro Mecano, y que el paso de los años, “mira, mira, mira ahora”, hasta en ese espejito de cristal, nuestros rostros se podían mirar, “con peinado y maquillaje a la moda-da-da!". Para Ana los años tampoco han pasado, ella estaba en plena forma y digna de una mujer de su edad. Si “No hay marcha en Nueva York” os aseguro que en el Palau Sant Jordi había un montón, a rebosar hasta los topes, hasta los propios “muertos de ese cementerio” creo que estaban allí. “Quien detiene palomas al vuelo”, “mujer contra mujer”, quizás el momento más emotivo, pues por aquellos entonces fue conflictivo y ahora lo tenemos más que asumido.
Como un “hijo de la luna” y desde el cielo habló la luna llena, como “Una rosa es una rosa es”! Rafael Amargo, nos bailó y nos enseñó sus abdominales, que arte, madre mía!, yo creo que más de una hubiera subido al escenario a arrancarle con los dientes el fajín rosa que ataba su cintura.
“Entre el cielo y el suelo”, estaba cantando Ana Torroja “nos va a costar tanto olvidarte”, después de este remember, como tu bien dijiste, somos un poco más felices que cuando entramos.



La Fuerza del destino

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Una rosa es una rosa

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miércoles, septiembre 06, 2006

¿Qué habría pasado si...?


Tranquilos! La solución está aquí: es la teoría de los universos múltiples, que dice que existen múltiples universos, paralelos, en cada segundo. En uno de ellos podemos estar trabajando y en el otro no. Estos universos pueden ser infinitos, lo que permitiría que viviésemos nuestras vidas con todas las ramificaciones posibles en función de lo que cada segundo estemos haciendo. ¡Qué buena noticia! Sony Crocket va a ser una “chica nueva de oficina”, aunque ella no use la colonia apestosa de la canción, os aseguro que es divina. Decidirse por algo implica rechazar unas de las alternativas. Es cierto. Pero ella, estoy segura que con la grandeza que la caracteriza, ha hecho una buena elección. Después de tal pesadilla, de ese estrés psicológico que a punto a estado de explotarle el cráneo (esto mismo me ha dicho esta mañana), un instante lo cambia todo, en este caso una llamada, “habemus papa”, fumata blanca! Nada pasa por casualidad, si ella no hubiera visto el anuncio en La Vanguardia ese domingo, no hubiera empezado el proceso de selección, si su CV no hubiera sido impecable para el cargo, no le hubieran llamado, ni hubiera realizado ese eterno psicotécnico, ni hubiera hecho esas mil y una entrevistas con el consultor, el jefe, el dueño, el responsable… Nada pasa por qué si, ni por casualidad. En cualquier caso, sirva este ejemplo como rasgo inherente que goza lo que denominamos “la libertad humana de elección”. Si no tuviéramos diferentes posibilidades ante nosotros, seríamos robots teledirigidos y no nos haría falta ni la conciencia ni la inteligencia.
Enhorabuena mi Sony, eres una superwoman, te lo mereces.
Creo que esta canción te va a ir como anillo al dedo, forma parte de la banda sonora de la película C.R.A.Z.Y y aquí puedes leer su letra.


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lunes, septiembre 04, 2006

Over de Rainbow


Es extraño, hay días que parecen cuentas de un collar, en que van engarzando el tiempo sin sobresaltos, fluyen, encajan, cunden, y otros días en que las horas dejan de tener sesenta minutos. Incluso dejan de tener sentido. Alteran los deseos, y aquellas cosas que te hacía sentir bien saber que llegarían, las esquivas cuando llegan de verdad, en tiempo real.
Supongo que todo esto tiene que ver con la sensibilidad, pues la tengo a flor de piel. El caso es que llega ese día en que las horas se desparraman y la debilidad te saluda, sin café con leche, con su aire que empacha y su ánimo te invita a mirar las musarañas. Se apalanca, lentamente, allí donde habita la voluntad, a la que envuelve con una especie de algodón de azúcar con aroma a vainilla. Ese desánimo, hace que la seguridad se convierte en relatividad y consigue que cualquier propósito deje de ser urgente, importante, necesario… paraliza el impulso, como si unas fuerzas profundas no le permitieran gastar energía a nuestro cerebro. He leído en la wikipedia que nuestro cerebro consume un 20% del total de nuestra energía que necesita el cuerpo, para vivir, para comer, limpiarse, comunicarse, ayudar a los amigos, tener relaciones sexuales, o cultivar aficiones. No utilizar esta energía supondría despreciarla, caer en el aburrimiento, tener una sensación desagradable, inactivar el cerebro. Si no, la vida se hace hueca, absurda y nos apalancamos sin alicientes, oscurecemos antes de que caiga la tarde. Ese estado, va y viene sin importarle a mi agenda. A veces hay que luchar contra ella, recordando ese sentimiento feliz que procura la eficacia, como acabar un trabajo a medias u organizar tu armario.
He de reconocer que hoy me he despertado sobresaltada, algo extraño ha pasado dentro de mi, por un momento he pensado: que se me coma el mundo por favor! o no mejor voy a vencer a este maldito desánimo, a esa pereza y voy a comérmelo yo…
Voy a cerrar los ojos e imaginar todo aquello que puede que nunca suceda, pero que es tan bonito que solo por ello, vale la pena pensarlo, aunque nunca ocurra.
Hay que dejar salir el arcoiris, y estar por encima de él.
Pues tan solo han pasado unas horas desde ese sentimiento absurdo, no sé si va a funcionar, espero que si, pero he cogido mi agenda, la que hace días que tengo un poco abandonada y he intentando no dejar ni un solo huequecito vacío, solo el justo para descansar… esta mañana no ha parado de sonar el teléfono, trabajo mucho trabajo nuevos proyectos que van a llenar mis arcas de motivación, a lo que vida profesional se refiere, ganas de compartir mucho tiempo con pequeñuelos, con mis amigas a las que hace tiempo que no veo, una comida, una cena un café, un concierto, un “revaival”, Mecano! He cogido la bolsa del gimnasio, para ir a saludar a mi entrenador personal y quemar esa adrenalina que corre por mis venas y no voy a dejar de repetirme como dice Woody Allen: ¡qué feliz sería yo si fuera feliz!


A partir de ahora me gustaría regalaros cada vez que escriba aquí una canción, pues es una manera de seguir compartiendo, de seguir conociéndonos, pues las canciones dicen mucho de nosotros, no?
Ya compartí con algunos de vosotros esta canción, pero como no me canso de escucharla, creo que es demasiado bonita para no compartirla con los que aun no lo he hecho. Está llena de sentimiento, de emoción, es tan triste como a la vez feliz, desde luego, al menos a mi me hace estremecer y me pone la piel de galina… espero que os guste!


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viernes, septiembre 01, 2006

El viaje


Me he quedado atrapada en más de una imagen, una mujer, de un niño, de un dios, Shibba, de un paisaje, de una sonrisa, de un alma, de un río, pero no de esas que podrían estar en cualquier lugar del mundo, solo en la India.
De tan extraño resulta familiar, como un lapsus que a veces te hace sentir una nueva situación como ya vivida o al menos intuida. Es curioso, pero los viajes suelen aislarnos, nos invitan a buscar allí donde apenas hay pistas ni rastros de quién eres tú. Nuestra estancia allí, carece de línea de continuidad, se libra de esos puntos suspensivos que te persiguen en la rutina, que traen consecuencia, que te mantienen siempre pendiente, incapaz de alejarte de los límites cotidianos.
Realmente creo que no viajamos, nos trasladamos. Porque el auténtico viaje no es el destino, sino la ruta marcada para conocer un tramo del mundo, al fin y al cabo la tierra está aquí, nos pertenece, queremos verla, recorrer desiertos y montañas. La providencia me ha dado unos ojos que quieren ver. Es cierto que no avistamos las ciudades con la emoción de los navegantes que verdaderamente se merecían conquistar un puerto. Y escasean quienes se sienten seguros en un desierto, en la soledad del silencio absoluto. Nuestros trabajos no son compatibles con travesías de cuatro meses, a parte de nuestra educación en la inmediatez. Apenas nos acordamos del los vientos, o de los pueblos que siempre vamos dejando atrás a medida que avanzamos. Viajar es una manera de sentir poder, el mundo tendido sobre un mapa para ser colonizado por tu paso y tu mirada. No importa que sean lugares descubiertos y mirados por miles de personas que tal vez se detuvieron en la misma piedra, fotografiaron el mismo escenario o compartieron confidencias con las mismas gentes de alma pintoresca. Importa que sea tuyo.
Los lugares viajados se prenden en la memoria con un vago aroma, como una foto fija y casi siempre anecdótica, también hay espacio para guardar discretas hazañas, y para reconocer señales misteriosas que atribuimos a las energías o al destino.
Será porque vamos mirando hacia arriba, arquitecturas, amaneceres, atardeceres, lluvia, flores o porque al librarnos de la vida cotidiana somos capaces de ver veinte azules diferentes en el cielo, o porque nos interesa la gente más allá de su exótica artesanía, el caso es que cuando viajamos somos capaces de romper nuestra escala humana, viajar también es el arte de engrandecerse o de convertirse en hormiga.


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