Las tendencias sociológicas tienen el don de acertar siempre en algo, como el horóscopo. Un poco de psicología, unos toques de marketing, cuatro palabras bien elegidas y, voilà, ahí estás, arrastrado por una corriente contraria y buscando una orilla donde acomodar tu identidad. Dado que el de la identidad es un tema difícil, ya que existe una predisposición ingenua a creernos quienes no somos, o al menos diferentes a cómo nos ven, las oleadas de sociología moderna resultan una especie de brújula, aunque de corta duración. Desde el cocooning a el living apart together o los metrosexuales, el truco consiste en ponerle un buen título a una necesidad. Las posibles salidas que tienen los seres humanos para ser más felices, a menudo no gozan de prestigio social hasta que el poder de la moda, y el furor que produce en el mercado descubrir un nuevo perfil de consumidores, les ofrece la coartada necesaria.
Ahora llega el slow, el elogio de la lentitud, que viene a significar desaprender lo que habíamos aprendido, o sea, exprimir el tiempo y correr para alcanzar «objetivos». Se trata de una corriente que nace en Italia y que exige más equilibrio de tiempo para el trabajo y la vida privada. «Casi que no tengo vida», dice a veces la gente que multiplica su actividad, apenas ve a sus hijos y se funde físicamente al terminar el día.
La última oleada del slow ofrece perfumes que ralentizan el latido del corazón, hoteles de lujo que alquilan habitación para la siesta y gimnasias pausadas donde tienes que contar hasta diez antes de levantar la ceja. Pero como todas las modas, sólo habita en el Occidente próspero y caprichoso, soltero y preferentemente masculino. Hace algunos días compartí una cena de amigas, todas ellas en la treintena, casadas y con hijos, con una actitud decidida, vestidas de punta en blanco, a la última. Cuando nos sentamos en la mesa y empezamos a hablar sin parar de varios temas, paridad en el trabajo, en la política, en los hombres, en la familia, y el sexo ¡y en 80 minutos teníamos todas que volver a su casa! me pregunté… ¿Slow para mujeres?
Ahora llega el slow, el elogio de la lentitud, que viene a significar desaprender lo que habíamos aprendido, o sea, exprimir el tiempo y correr para alcanzar «objetivos». Se trata de una corriente que nace en Italia y que exige más equilibrio de tiempo para el trabajo y la vida privada. «Casi que no tengo vida», dice a veces la gente que multiplica su actividad, apenas ve a sus hijos y se funde físicamente al terminar el día.
La última oleada del slow ofrece perfumes que ralentizan el latido del corazón, hoteles de lujo que alquilan habitación para la siesta y gimnasias pausadas donde tienes que contar hasta diez antes de levantar la ceja. Pero como todas las modas, sólo habita en el Occidente próspero y caprichoso, soltero y preferentemente masculino. Hace algunos días compartí una cena de amigas, todas ellas en la treintena, casadas y con hijos, con una actitud decidida, vestidas de punta en blanco, a la última. Cuando nos sentamos en la mesa y empezamos a hablar sin parar de varios temas, paridad en el trabajo, en la política, en los hombres, en la familia, y el sexo ¡y en 80 minutos teníamos todas que volver a su casa! me pregunté… ¿Slow para mujeres?
4 comentarios:
Complicado tema el que tocas. Fácil para el hombre, complicado para la mujer moderna,trabajadora y con hijos.
Siempre me hizo gracia que eso de que "la arruga es bella" saliera justamente cuando el hombre empezaba a vivir solo.
Un beso, guapa.
Yo siempre me quedare con el Yoga,
te hace flexible,te da paz,te ralaja, y en fin te ayuda a soportar que no podamos apuntarnos
al SLOW
Siento lo del insomnio.
Me gustaría poner tu enlace en mi blog, si te molesta, me lo comentas, ¿vale?
Un beso, guapísima.
Pues yo ni sabía que existía. Es lo malo de vivir en la Luna. Aún así, sin saberlo, lo he practicado toda mi vida, ya que desde muy pequeña me he ido a veranear a un pueblo de Teruel (veraneo de tres meses, que cuando tienes entre 15 y 18 años es casi una vida) y ahora lo busco (entre una semana y dos, que ya estoy "slowlizada" de mis años anteriores). Doy fe que allí no lo practican, lo viven, y si encima les cuento estas cosas me dicen que los de la “capi” tenemos muchas tonterías!!
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