miércoles, junio 28, 2006

Madame Butterfly



Gracias Pilar, por este regalo, nunca olvidaré este día, esta historia que tanto me ha emocionado.

“En todas las cosas lo más admirable es su comienzo y su fin. ¿O es que el amor entre un hombre y una mujer sólo cuenta en el momento en que los dos se poseen entrelazados?

Yoshida Kenkô



“Lo diferente se muestra más libre y sobre todo más auténtico, ofrece la posibilidad de soñar. Lo exótico permite ensanchar los horizontes de la imaginación.”

Ángel Carrera Conde



“Bien, pequeña nusune, separémonos como buenos amigos; un último beso incluso, si quieres. Te tomé para que me divirtieses; quizá no lo has conseguido demasiado, pero en fin y al cabo has hecho lo que has podido: me has dado tu pequeña cara, tus pequeñas reverencias, tu pequeña música; para abreviar, has sido bastante agradable a tu estilo japonés.”

Pierre Loti



“Vivir el momento, volverse por completo hacia la Luna, la nieve, las flores de cerezo, las hojas rojas de los arces, cantar canciones, beber sake, consolarse olvidando la realidad, no preocuparse de la miseria que tenemos delante, no dejarse desanimar, ser como una calabaza vacía que flota en la corriente del agua.”

Asai


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lunes, junio 26, 2006

Noche de San Juan


Relámpagos multicolores
de fiesta, sardinas y cava,
palmeras que se abren
expandiéndose en el aire,
ensueños que conforman
candilejas en la noche
mientras la luna, coqueta,
se desliza en el agua
de mi mar Mediterráneo.
Su espuma blanca, contenta,
salta y jueguetea
salpicando las estrellas
con serpentina de plata;
al fondo, se escucha música
y pasos que danzan,
inspirando en los amantes
besos muy dulces de coca afrutada.
Es una noche mágica, plena de girnaldas,
de petardos y bengalas, de pólvora y de llamas,
y, en la hoguera, el fuego quema
la mala suerte, las verguenzas y las penas.
Es Sant Joan, es la verbena,
noche de alegría y de juerga,
de niños que no lloran
pero sí gritan mientras juegan,
es una noche atronadora,
de miradas íntimas e incipiente piel morena.
Es la noche del solsticio,
la noche más larga,
noche que se pasa en vela, de gala,
para saludar al verano, con luciérnagas,
dándole un apretujón de manos.
Es una noche hechizada, de suaves baños
en la mar romántica y profunda,
y la sal de sus aguas, al impregnar el alma,
hace olvidar la tristeza,
al menos, una vez al año.

viernes, junio 23, 2006

Otros cuentos


En la mayoría de cuentos infantiles papá perro o papá oso lee el periódico mientras mamá osa prepara uno de esos temibles tazones de leche para el desayuno. Cuando se trata de historias con personajes humanos, en casa habitan papá, mamá, el o la protagonista que suele tener un hermano más pequeño y, por supuesto, un animal de compañía. A menudo están presentes los abuelos y los primos. Y casi siempre, papá y mamá ríen abrazados ante las trastadas de su pequeño. Esta foto fija de la familia "normal" también se repite en los libros de texto de muchos alumnos de primaria, y sin duda ha sido el esquema social con el que se viene educando a los niños y niñas de este país. De entre todas las colecciones de personajes de cuentos modernos que le gustan a mis hijos, sólo acierto a recordar un niño, Teo. Las nuevas medidas sociales que estrena nuestro país, a la vanguardia de Europa, sin duda van a necesitar nuevas series de cuentos infantiles para que los hijos de padres separados, madres solteras y matrimonios homosexuales queden reflejados en esas historias en miniatura y ayuden a nuestros hijos a entender el mundo, a encajar el puzle humano del que somos átomos. Parece lógico que éste sea el primer paso para el gran reto que tenemos pendiente, ahora que las leyes han sido veloces y se han colocado por delante, con ventaja respecto al sistema de valores que se aferra a la tradición. La sociedad debe saltar con pértiga y ganar metros y metros de futuro, liberarse de un arquetipo que hasta ahora ha representado la única familia posible mientras en muchas casas se iban escondiendo debajo de la alfombra todos los silencios y todas las miserias. Pienso que este cambio de mentalidad tiene que ser promocionado también desde los movimientos ciudadanos, los programas de educación y de televisión, y muy especialmente desde el arte, un balcón privilegiado cuyos mensajes llegan antes porque conmueven y atraviesan el frío acero de los discursos. Cineastas como Icíar Bollaín han conseguido que los malos tratos sean un tema un poco menos femenino y más de todos, mientras que Almodóvar ha normalizado de forma magistral la homosexualidad y Amenábar se ha bregado en su cara a cara con el valiente Ramón Sampedro y su derecho a la eutanasia.

viernes, junio 16, 2006

¿Bridgets?


No sé si nos parecemos a Bridget, mis amigas y yo. Pertenecemos, eso si, a la generación de las treintañeras cuyas caricaturas mediáticas acentúan lo pintoresco en lugar de preguntarse acerca de lo esencial: si nuestra habitación propia tiene algún futuro. Si nuestra instrucción en el individualismo, nuestras inquietas carreras profesionales y un idilio inclasificable con las emociones que nos pasan por encima como un helicóptero en la playa nos han proporcionado una verdadera independencia de pensamiento. Está por ver, este visado que nos ha preocupado largas horas heladas y atragantadas para no quedarnos en tierra ajena, para escapar de los barrotes que nos condenaban a ser esposas-geishas-enfermeras-amantes-chachas-gordas-felpudos, nos permite viajar aunque sea en turista, hacia destinos lejanos a los folletos promocionales de la felicidad. A no ser estafadas.
¿Neuróticas? Si a eso le llamamos hacer y deshacer mentalmente una historia de amor o un extracto de la tarjeta de crédito, si lo somos.
Acostumbramos a perder cosas, nos sigue costando programar el DVD y siempre nos falta algo… un vaso de agua, un chocolate o aquella canción, cuando por fin nos decidimos a mirar paisajes interiores en nuestro particular súper 8.
Decir, decirnos que más allá de nuestro ombligo hay un órgano que permite reírnos por haber salido ranas, y eso puede hacernos más fiadas, fuertes lo damos por hecho.

lunes, junio 12, 2006

Slow


Las tendencias sociológicas tienen el don de acertar siempre en algo, como el horóscopo. Un poco de psicología, unos toques de marketing, cuatro palabras bien elegidas y, voilà, ahí estás, arrastrado por una corriente contraria y buscando una orilla donde acomodar tu identidad. Dado que el de la identidad es un tema difícil, ya que existe una predisposición ingenua a creernos quienes no somos, o al menos diferentes a cómo nos ven, las oleadas de sociología moderna resultan una especie de brújula, aunque de corta duración. Desde el cocooning a el living apart together o los metrosexuales, el truco consiste en ponerle un buen título a una necesidad. Las posibles salidas que tienen los seres humanos para ser más felices, a menudo no gozan de prestigio social hasta que el poder de la moda, y el furor que produce en el mercado descubrir un nuevo perfil de consumidores, les ofrece la coartada necesaria.
Ahora llega el slow, el elogio de la lentitud, que viene a significar desaprender lo que habíamos aprendido, o sea, exprimir el tiempo y correr para alcanzar «objetivos». Se trata de una corriente que nace en Italia y que exige más equilibrio de tiempo para el trabajo y la vida privada. «Casi que no tengo vida», dice a veces la gente que multiplica su actividad, apenas ve a sus hijos y se funde físicamente al terminar el día.
La última oleada del slow ofrece perfumes que ralentizan el latido del corazón, hoteles de lujo que alquilan habitación para la siesta y gimnasias pausadas donde tienes que contar hasta diez antes de levantar la ceja. Pero como todas las modas, sólo habita en el Occidente próspero y caprichoso, soltero y preferentemente masculino. Hace algunos días compartí una cena de amigas, todas ellas en la treintena, casadas y con hijos, con una actitud decidida, vestidas de punta en blanco, a la última. Cuando nos sentamos en la mesa y empezamos a hablar sin parar de varios temas, paridad en el trabajo, en la política, en los hombres, en la familia, y el sexo ¡y en 80 minutos teníamos todas que volver a su casa! me pregunté… ¿Slow para mujeres?

miércoles, junio 07, 2006

Las afinidades


La gente, más allá de la raza, el sexo o la ideología, se divide entre los que duermen con las persianas echadas porque les desagrada que se filtre la luz y los que prefieren hacerlo con todo tipo de puertas y porticones abiertos. Parece una tontería, pero no lo es. La gente también se divide entre los que llegan, mansamente, con dos horas de antelación al aeropuerto y los que llegan con la adrenalina en el pecho, para coger un avión. Hay más diferencias existenciales: en las ciudades habita un tipo de personas que se acuesta a las diez y se despierta antes de que amanezca, pero también están los que sienten la noche como una especie de túnel del tiempo y nunca se irían a dormir. Algunos seres humanos duermen abrazando una almohada, mientras que otros roncan y pegan patadas. También existe una clase de gente que en los restaurantes suele cambiar el plato que acaba de encargar dos minutos antes; forman un grupo quienes nunca consiguen terminar una libreta, a diferencia de los que apuran hasta la última línea. Gente que siempre lleva chicles y gente que siempre pregunta: ¿tienes un chicle? Cuando se encuentran dos personas que pertenecen a los que congelan el pan cortado, o de los que se comen los yogures caducados, suele producirse un sentimiento gozoso y plácido, parece más fácil que puedan entenderse o, al menos, hablar de su peculiaridad con todo lujo de detalles, asombradas por coincidir en esos pequeños hábitos que no sabemos bien si nos escogen o si los escogemos.
En general, pensamos que la vida es tan importante, que sólo podemos hablar de cosas importantes, y no, por ejemplo, de si al despertarte te levantas descalza o te pones unas zapatillas; a nadie le puedes preguntar, si no viene al caso, si eres de los que siempre escucha al fondo el goteo de un grifo mal cerrado. Pero descubrir coincidencias y diferencias en la colección de pequeños gestos que nos habita cada día, se me antoja como un sabor parecido al pan caliente, recién salido del horno, además de un ejercicio que te ayuda a comprender cómo, en el fondo, todos nos parecemos bastante aunque las manías sean diferentes. En «Las afinidades electivas» de Goethe, se subraya cómo las cualidades más opuestas hacen posible una unión más íntima, y el autor lo plantea a partir de experimentos químicos del siglo XVIII que utiliza como metáfora para describir los sentimientos de los cuatro protagonistas, quienes concentran el espíritu romántico de la época. A veces pensamos que nunca podríamos hacer migas con alguien a quien le guste el brócoli, y ya ves...

jueves, junio 01, 2006

Café a solas


"Oye, te llamo y quedamos para tomar un café y hablar, prometido". Ésa es mi frase más repetida últimamente. Con mi mejor amiga, con la amiga reencontrada después de tiempo, con mi prima, mi hermana, con mis ex compañeras de trabajo... y el escaso tiempo libre que tengo hasta para dedicármelo a mí, me impide ese intercambio de confidencias, preocupaciones, ilusiones, secretos... que tanto benefician al alma. Así que hoy voy a organizarme, y tomarme un merecido café conmigo misma, para después ir avanzando con todas esas decisiones que están estancadas, en stand by.
¡Ya os contaré qué tal resulta esta nueva terapia del "Coffeealone"!