miércoles, enero 03, 2007

Eterna guerra de sexos


Dicen que los hombres son polígamos por naturaleza y las mujeres monógamas o, mejor aún, monógamas sucesivas, lo que quiere decir más o menos “te amaré sólo a ti hasta que cambie de novio”. Posiblemente ambas cosas sean ciertas, puesto que los arquetipos que mejor funcionan desde el principio de los tiempos son “el hombre donjuán” y “la mujer fatal”. Debo reconocer que así como los donjuanes me parecen patéticos y los veo venir desde kilómetros, las mujeres fatales (quizá porque me llamo Carmen) me resultan fascinantes, ya que consiguen lo que todas deseamos: ser amadas con pasión, con desesperación, hasta la locura y sin que se les despeine el moño, es decir sin sufrir. Sin embargo, las femmes fatales, están ahora un poco en baja, tal vez porque su actitud ante los hombres implique, por parte de ellas, una ausencia de sentimientos. Las mujeres fatales son frías, nunca se involucran y no se enamoran, pero, en un mundo en el que todos nos hemos convertido en yonquis sentimentales, nadie quiere ser únicamente amado sino Amar con mayúsculas y a cualquier precio. Aún a costa de llevarse muchos desengaños. Aún a costa de sufrir y de tener que conformarse con coleccionar tan sólo mini romances: “Te amaré eternamente hasta que se me cruce otro en el camino” o “Eres el hombre de mi vida hasta el jueves a las siete y media, tesoro”.
En esta búsqueda del gran amor se diría que hay muchas chicas que prefieren embarcarse en una historia que sólo las llevará hasta el próximo fracaso. Lo curioso del asunto es que no se trata de mujeres normales y corrientes, sino con frecuencia de profesionales de éxito. Porque, así, a priori ¿quién no considera, por ejemplo, a Kim Basinger o a Sharon Stone mujeres extraordinarias? Chicas a las que no parece habérseles subido a la cabeza el ser dos de las actrices mejor estimadas de Hollywood, guapas como pocas, inteligentes… y sin embargo sus currículos sentimentales parecen listines de teléfonos. Naturalmente, se puede pensar que ellas no planean tener relaciones epidérmicas, sino que no consiguen retener a un hombre. A esto, los norteamericanos lo llaman el síndrome el “chica de éxito, guapa, rica… y sola”. Se trata de mujeres de gran éxito profesional que parecen estar “sobrecualificadas” para una relación amorosa. Al mismo tiempo, es curioso observar que países con tradición de mujeres sumisas como Filipinas, Japón o Argelia ven sus consulados llenos de hombres de treinta y cinco a cuarenta y cinco años con un divorcio a sus espaldas que buscan rehacer su vida con una chica “cariñosa que no les cause problemas”. ¿Es posible que el nuevo papel independiente o, mejor aún, dominante de la mujer en la sociedad juegue en su contra a la hora de encontrar pareja? La revolución sexual ha sido uno de los mayores logros de nuestra generación, pero, como toda revolución, tiene sus daños colaterales y también sus víctimas. Las más claras son las víctimas de los malostratos, pero otra víctima es sin duda el equilibrio de poder entre hombres y mujeres. Volviendo a la idea inicial de este artículo, hoy todos somos yonquis amorosos y deseamos –no importa a qué edad y en qué circunstancias– amar y ser amados. Pero, por otro lado, tenemos que encontrar remedio a los efectos colaterales del nuevo equilibrio de poder entre los sexos. La corrección política impide hablar de estas cosas, pero la corrección política no es más que una forma guay de barrer lo que no nos gusta bajo la alfombra. Por eso he querido exponer hoy el tema. No tengo la solución mágica, no sé cómo se hace para que los hombres se den cuenta de que, a pesar de que las mujeres de ahora sean, en muchos casos, exitosas, fuertes y autosuficientes, siguen necesitándolos como antes. No para que las mantengan, tampoco para mirarse en sus ojos, ni ellos en los suyos, sino, sencillamente, para mirar juntos en la misma dirección.

7 comentarios:

Cerebrado dijo...

Acabo de comentar en otro post (sobre lo de que no van a dejar ir a la universidad a las mujeres en algun lugar) justamente sobre el tema del poder de los géneros. Tu post lleva a pensar muy profundo, pero con solamente una conclusión: Y es que un hombre no quiere a una mujer que no dependa de él, y en el fondo (y todavía) una mujer no quiere a un hombre del cual no pueda depender.
Estamos en el proceso que sigue a la revolución (sexual) y hasta que se acomoden los nuevos papeles, el campo está lleno a abismos. Con la revolucion lograron que los maridos laven los platos mientras las mujeres limpian el piso... pero todavía a los maridos les molesta lavar los platos mientras su mujer mira la novela... aunque ella haya cocinado mientras él dormía.

Anónimo dijo...

Me parece bastante acertada la exposición de las posibles causas del problema que analizas: la idealización del amor, y la mala adaptación a la nueva situación generada por la revolución sexual, como la llamas tú.

Lo normal es que, si cambiamos la forma de relacionarse que han llevado los hombres y las mujeres durante varios miles de años, lleve cierto tiempo llegar a un nuevo equilibrio, y yo pienso que todavía queda mucho para eso.

Yo añadiría que existe un ingrediente más que complica la solución: la falta de comunicación. No podemos mirar hacia una dirección común si ni siquiera sabemos donde posáis vuestros lindos ojos.

Pienso que los hombres tenemos todavía mucho que cambiar, y no se trata sólo de fregar más platos o aprender a planchar, también en intentar conoceros mejor, porque muchas veces sóis unos auténticos enigmas para nosotros.

Pero, ¿y vosotras?

Saludos

Anónimo dijo...

Carmen y no la de merimè:
Ahunque hace tiempo que no entro en tu blog.no quiere decir que no te lea.
este comentario tuyo, como tantos o
otros,es real como la vida misma
Conozco yo un pollo pera.que por cierto ya va teniendo espolones
que a la pergunta "porque as dejado
el ultimo ligue y volviste con la de siempre" la respuesta fuè que preferia a las mujeres tonta que las inteligentes, porque le dan menos menos quebraderos de cabeza
o sea que ya ves como està el mundo .

mila dijo...

Un análisis muy fino, una vez más, amiga Carmen. El caso es que es difícil hallar causas sin más. Creo que más allá de la confusión de roles, la sociedad actual (en términos sociológicos) es la antítesis del compromiso y la paciencia. Si todo va rápido, si todo queda obsoleto enseguida, si sólo se valora la juventud... ¿cómo mantener relaciones durareras? ¿A contracorriente?

Anónimo dijo...

Probablemente, creo que cuando la mujer deje de pensar y buscar en el "principe azul" que os venden desde niñas, las relaciones mejorarán.

Anónimo dijo...

todo eso cambia, carmen, aunque no queramos, son efectos péndulo..
aunque mientras siga habiendo 68 mujeres asesinadas...lo tenemos muy crudo, fatales o sumisas.

Anónimo dijo...

mientras mama cuente la bella durmiente, la blanca nieves, la cenicienta.. a sus hijos e hijas, que podem esperar? todas son princesas que hallan su salvación cuando las salva un principe.
Aplica esto a 10 años mas que tendra la niña, y que crees que buscarà en los chicos del cole?
Yo rompo esteriotipos con mi hijo, la princesa salva al pirata, la pirata hunde el barco... pero sigo planchanda yo, y preparando yo la bolsa para ir a la escuela!!